El engaño del anti-imperialismo

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En el transcurso del siglo XX el concepto de socialismo ha llegado a ser transformado de un movimiento con objetivos asociado con la emancipación de la clase obrera, en un movimiento con objetivos relacionados con la llegada al poder de nacionalistas, y elites anti-imperialistas en los lugares económicamente menos desarrollados del mundo.
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El punto de partida fue la llegada al poder en Rusia en el 1917 de una elite que había heredado su ideología del movimiento obrero, pero que en la práctica utilizo el Estado para desarrollar económicamente a Rusia y convertirla en una potencia que desafió a la dominación hegemónica del mundo junto con Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Como tal, proporcionó un modelo atractivo para la modernización de las élites en otros países que sufrían del atraso económico y la dominación por parte de los Estados capitalistas industriales avanzadas de Occidente

El problema es que estas élites continuaron usando el lenguaje y la terminología del movimiento obreros con los que una vez estos conceptos habían estado asociados. Por lo tanto, describieron su toma del poder como una “revolución de los trabajadores”, y su árido régimen fue llamado “Estado Obrero”, un ejemplo el cual todos los trabajadores del mundo debían apoyar, Y describieron la acumulación de capital bajo los auspicios del Estado que estaban llevando a cabo no como capitalismo de estado, sino como “socialismo”.

Marx, quien había señalado que cuando se estudiaba la historia debería analizarse los movimientos sociales y políticos no por lo que decían, sino por los resultados materiales de lo que estaban haciendo, habría sido el primero en comprender que sus propias teorías, se había convertido en la bandera de luchas muy diferentes sobre las cuales el escribió.

La Revolución inglesa de la década del 1640 se llevó a cabo bajo una ideología que se derivó del Antiguo Testamento. La Revolución francesa de la década de 1790 se derivó de la época de los romanos. La Revolución rusa, la cual fue el equivalente de estas revoluciones anti — feudales, se llevó a cabo derivándose de las ideas del movimiento obrero, pero no fue más que un intento de establecer el socialismo, así como lo había sido la Revolución inglesa con la intención de establecer la nueva Jerusalén, o la revolución francesa para revivir la República Romana.
Aunque fue Mao quien reemplazó la consigna “Trabajadores del mundo uníos” por “Pueblos oprimidos del mundo uníos”, las raíces de este cambio de perspectiva se remonta a los tiempos de Vladimir Lenin

Etapa más alta de Lenin (Imperialismo Fase Superior del Capitalismo)

En el exilio en Suiza en medio de la primera guerra mundial Lenin escribió un panfleto que él había titulado: “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. En el argumentó que, a través de un proceso que había sido completado al final del siglo, el capitalismo había cambiado su carácter. El Capital industrial y el capital bancario se habían fusionado para convertirse en capital financiero, y la competencia capitalista había dado paso al capitalismo monopolista en el cual Trust, Carteles y otros acuerdos monopolísticos habían llegado a dominar la producción. Explicaba Lenin que debido al declive de ganancias de las inversiones en las metrópolis, estos monopolios estaban bajo presión económica para exportar capitales e invertirlos en las zonas económicamente más atrasadas del mundo donde las ganancias eran superiores. Por lo tanto, Lenin enfatizaba que la lucha de los países capitalistas industriales avanzados era asegurarse de mantener las colonias donde estas súper-ganancias eran obtenidas.

Lenin exageraba ambas cuestiones, tanto el grado en que el capitalismo se había convertido en monopolio y la diferencia entre la tasa de ganancia en las metrópolis en comparación con las zonas económicamente atrasadas del mundo. Pero las implicaciones políticas de su teoría iban a probar ser bastante perjudiciales para el movimiento obrero.

Después del 1917, cuando Lenin se convirtió en unos de los comisario del régimen bolchevique en Rusia, la teoría se amplió para argumentar que los países imperialistas estaban explotando toda la población de las zonas económicamente atrasadas que ellos controlaban, e inclusive argumentaron que una sección de la clase obrera en los países imperialistas se beneficiaron de la súper- ganancias obtenidos de la explotación imperialista de estos países en forma de reformas sociales y salarios más elevados,

Esto era una tontería en términos de economía Marxiana que no mide el nivel de explotación basado en los altos o bajos salarios, sino en relación con la cantidad de plusvalía producida en comparación con el monto de los salarios pagados, sean altos o bajos. Por esta medida se determina que los trabajadores de los países avanzados eran más explotados que los de las colonias, a pesar de sus altos salarios debido a que cada obrero producía mayores ganancias.

La ampliación de la teoría de Lenin transformo la lucha entre una clase obrera internacional y una clase capitalista internacional, en una lucha entre estados imperialistas y estados anti-imperialistas. La lucha de clase internacional que el socialismo abogaba fue reemplazada por una lucha internacional entre los Estados.
La Revolución rusa fue situada dentro de un contexto anti-imperialista. Todo el análisis de Marx sobre el capitalismo era que el movimiento obrero primero triunfaría en los lugares económicamente más avanzados del mundo, no en lugares relativamente atrasados económicamente como como era Rusia. Lenin explicó esta contradicción argumentando que Marx había descrito tal situación en la etapa pre- imperialista del capitalismo, y que una nueva etapa imperialista había evolucionado después de su muerte, el Estado capitalista era tan fuerte que el desenlace no tendría lugar en un país capitalista avanzado, sino en Estados imperialistas más débiles. Rusia zarista había sido el eslabón más débil de la cadena de países imperialistas y esto explica por qué fue allí donde se había producido la primera “revolución de los trabajadores”.

Esto equivalía a decir que la Revolución rusa fue la primera revolución anti-imperialista, y en un sentido lo fue. Rusia fue el primer país en zafarse de la dominación de los países capitalistas occidentales, y seguir un camino de desarrollo económico que dependía sobre el uso del Estado para acumular capital internamente, en vez de depender de la exportación de capital procedente de otros países.

En los primeros días del régimen bolchevique, cuando Rusia se enfrentó a una guerra civil y la intervención exterior por las potencias capitalistas occidentales, Lenin comprendió que el anti-imperialismo era una carta que se podía jugar para intentar salvar a su régimen. Jugando la carta del anti – imperialismo significaba apelar a las masas trabajadoras de Asia no para establecer el socialismo, sino para llevar a cabo sus propias revoluciones anti-imperialistas. Los países “súper-explotados” fueron alentados a buscar la independencia debido a que esto debilitaría los Estados imperialistas, que estaban poniendo presión sobre la Rusia bolchevique.
Esta estrategia fue presentada al movimiento obrero de Occidente como una manera de provocar la Revolución Socialista en sus países. La clase dominante de los países imperialistas privados de sus súper-ganancias ya no serían capaces de sobornar a sus trabajadores con reformas sociales y salarios más altos; los trabajadores dejarían de ser seguidores del reformismo para abrazar la revolución socialista.
Después de la muerte de Lenin en 1924, esta estrategia de la formación de un frente “anti-imperialista” contra Occidente fue continuada por sus sucesores. Debido a que esta estrategia ensenaba que todos los ciudadanos de una colonia, o en un país dominado tenían un interés común en la obtención de su independencia, es decir, un Estado propio, fue muy atractiva para los ideólogos nacionalistas y políticos de estos países.

Hicieron un llamamiento a todos los habitantes de estos países para unirlos detrás de ellos en una lucha común para lograr la independencia. Como resultado de esta estrategia, en estos países el “socialismo” se asoció con el nacionalismo militante en lugar del internacionalismo de la clase obrero que había sido con anterioridad el planteamiento correcto. La lucha política llegó a ser vista como una lucha, no entre la clase trabajadora y la clase capitalista, sino como una lucha de todos los elementos patriotas, trabajadores, campesinos y capitalistas juntos, contra un puñado de elementos antipatriotas, traidores, quienes se habrían vendido a los imperialistas extranjeros.

El socialismo y el Marxismo, en su sentido original, en realidad, nunca han existido, ni se conoce en muchos países del mundo. Lo que se conoció y se conoce como marxismo o socialismo es Leninismo. . Sólo ha sido hacia el final de este siglo que grupos de trabajadores de estos países han llegado a darse cuenta de que el leninismo y su ideología anti-imperialista no tenían nada que ver con el socialismo real. Pero el daño ya había sido hecho. Para millones de trabajadores en gran parte del mundo socialismo aún significa nacionalismo, patriotismo, y capitalismo de estado que algunos de ellos todavía ven como algo positivo en lugar de ser una barrera para la cooperación muta de la clase obrera más allá de las fronteras nacionales la cual es una condición esencial para el socialismo.

A través de la influencia que el capitalismo de estado Ruso ejerció dentro del movimiento obrero de los países Occidentales, para muchos de los militantes obreros en estos países, el socialismo significo lo mismo. Los gobernantes rusos utilizaron los partidos comunistas fuera de Rusia como simples auxiliares de su política exterior, basados en los intereses estratégicos de Rusia. Era “progresista” todo aquello que concedía con la política exterior de los intereses del capitalismo Ruso

Durante la década de 1950, Rusia se trasladó hacia una política de aceptación del statu quo con Occidente conocido como la “coexistencia pacífica”. Los Leninistas Chinos, quienes llegaron al poder bajo Mao en 1949, percibieron el interés de su estado de una forma diferente y trataron de convertirse en los campeones del “antiimperialismo” en lugar de Rusia.

Las divisiones que surgieron en el movimiento comunista mundial fueron provocadas no tan superficialmente como aparentaban ser el caso, por las diferencias sobre qué tácticas debería seguir el movimiento de los trabajadores, más bien fue sobre qué política de un llamado país socialista los obreros deberían apoyar. . Esta no fue una disputa que concernía a los intereses de la clase obrera. .

Desde sus inicios la teoría del anti-imperialismo de Lenin ha sido una desvergüenza al socialismo, debido a que ha convertido la lucha principal en el mundo que es la lucha de clase, en una lucha entre estados imperialistas llamados reaccionarios, y estados anti-imperialistas llamados progresistas. Esta teoría ha sido una peligrosa distorsion de la lucha de clase, lo cual ha motivado a que los trabajadores apoyen el asesinato de otros obreros en la defensa de los intereses de otros estados y su clase dominante


QUE FUE EL FASCISMO ?

¿Que fue el Fascismo ?

El fascismo fue básicamente una forma extrema que adopto el Nacionalismo en Italia y Alemania, por razones específicas, dada la particularidad histórica de esos estados capitalistas, ocurrido durante el periodo del siglo xx entre dos guerras mundiales.

El Fascismo se originó en Italia en el 19119 cuando Mussolini estableció los “fascisti di combatitimento”, llamados así en relación a las unidades militares del Imperio Romano. Más tarde la palabra fue usada a algo similar al movimiento nacionalista extremo en Alemania, aunque ellos se describían como socialistas-nacionalista (Nazis) en vez de Fascistas.

Ambos movimientos ganaron el control del poder político y no menos constitucional, en Italia en el 1922 y en Alemania en el 1933, y procedieron a establecer la dictadura del partido único con organizaciones de masas para unir a la población y predicar que todos los miembros de una nación tienen intereses comunes. El Fascismo/Nazismo fue implacablemente opuesto por el Nazismo debido a el mismo ultimo aboga por el internacionalismo and aboga por la lucha de clase dentro de las nacionesAnalizando este nuevo fenómeno, el cual representa la retrogresión política comparado como Marx y los Marxistas hasta la Primera Guerra Mundial habían visto el desarrollos de las cosas (Democracia política luego socialismo) era un desafío para aquellos que se llamaban a sí mismos como Marxistas.

Como ellos enfrentaron este desafío es como el libro de Renton describe esta situación. Bien escrito y fácil de entender, pero sufre de los defectos de su autor debido a que es un miembro del Partido Socialista Mundial ( de origen Trotskista ), quien ve a Trotsky como un brillante pensador político. Pero, Trotsky fue descalificado como un personaje útil para contribuir a el debate sobre el Fascismo, aunque él no era racista, el favoreció la dictadura del partido único

El SWP ( Partido Socialista Mundial, no es el WSM ) hace campaña en contra de los grupos fascista que existen hoy en día como unas de sus prioridades, ut debido a que el Fascismo es una forma extrema del desarrollo del nacionalismo ellos también deberían abogar una campaña en contra del nacionalismo, Pero ellos no hacen esto, ellos apoyan el llamado derecho de las naciones por la auto-determinación, una doctrina la cual acepta el mito de las naciones, lo cual provee amuniciones ideológicas para justificar las limpiezas étnicas de miembros de otras naciones viviendo en el territorio de una nación

Análisis del libro de Renton hecho
Por el Partido Socialista de Gran Bretaña


Posesion comun versus posesion estatal

Muchas personas confunden posesión y control estatal con posesión común y control democrático.
 
El estado es un cuerpo cohesivo que limita las libertades de los seres humanos (la clase trabajadora) la cual trabaja para vivir y no posee ni controla la sociedad
 
El estado asegura que la posesión y el control de los medios de producción permanezcan en las manos de una minoría (los capitalistas) y que la mayoría continué produciendo las riquezas para esa minoría
 
El estado guía las fuerzas económicas y militares de la nación para proteger los intereses económicos de la clase capitalista de la clase trabajadora de esa nación, y de la clase capitalista de otras naciones
 
El estado bajo todos los intentos y propósitos funciona como una agencia de protección de la clase capitalista a la cual le sirve.
 
El estado también adjudica el inevitable altercado entre sectores de la clase capitalista en la nación.
 
La posesión estatal (expropiación estatal) es una manera de asegurar industrias y cuestiones críticas funciona en intereses para la entera clase capitalista, en vez de pequeños sectores de esa clase. La posesión estatal no trabaja para los intereses de la clase trabajadora
 
Socialismo significa el fin del estado. El estado no tendrá ninguna función ni propósitos para dirigir la producción  para las necesidades en vez de las ganancias


Partido Socialista

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Paz en Palestina es mucho mejor que promover guerras

La paz es mucho mejor que la guerra, porque las guerras nunca se efectúan para defender los intereses de la mayoría de los seres humanos, y siempre son los desposeídos los que sufren la consecuencia. Así, que irespectivamente de las cuestiones envueltas y de los términos acordados, los socialistas reciben con beneplácito el fin de las guerras en todas partes en el mundo entero, Detener los asesinatos de seres humanos  siempre ha sido nuestro permanente principio.
 
En esa sub-división artificial del viejo Imperio Otomano conocido como Palestina, los que han sufrido el irracional intento de fundar un Estado Judío, han sido los habitantes originales de esa región, tanto Musulmanes, Cristianos, Judíos, o cualquier persona con antecedentes religiosos, y aquellos que fueron engañados por los Sionista para emigrar hacia esa región.
 
Los Socialistas y los Sionistas siempre han estado en oposición desde sus inicios, inevitablemente, ambos representan dos puntos de vista incompatible para la solución de los intereses de los obreros de procedencia judía, y para solucionar el problema del Anti-semitismo.
 
La actitud de los Socialistas fue expresada hacen muchos años atrás  por Carlos Marx, el mismo era de procedencia Judía, pero fue criado como Cristiano. En unos de sus primeros artículos después que se convirtió en Socialista, Marx argumento que el pueblo Judío debería buscar su emancipación, no como judíos, sino como seres humanos. Para hacer esto tendrían que abandonar su religión, así como los cristianos deberían abandonar las de ellos, y convertirse en miembro de una comunidad humana secular en el cual el sistema monetario y el estado fuera abolido, en este caso. Sería el Socialismo, Mientras tanto bajo el capitalismo, los judíos deberían gozar de los mismos derechos políticos, en un estado democrático secular, así como los cristianos, y otros seres humanos procedentes de las diferentes fe religiosas deberían gozar de los mismos derechos
 
El movimiento Sionista propuso el punto de vista opuesto, en el cual enfatizaban que los judíos deberían formar una nación separada, y que ellos tenían el derecho de formar su propio Estado en Palestina. Las personas de procedencia judío no deberían buscar su emancipación como seres humanos, sino como judíos. Ninguno debería buscar la integración  dentro de ninguno estado político en el cual se encontraran, sino, por medio de la separación  en un estado de ellos mismos.
 
Las líneas de batallas  fueron demarcadas a través de Europa y de América, Socialistas y Sionistas lucharon por recibir el apoyo de los obreros de procedencia Judía. Los Socialistas argumentaron en contra de la idea de que los Judíos fueran una nación, o una raza, y que la mayoría de los Judíos eran obreros, y  que ellos se deberían unir a los demás trabajadores del mundo para lograr una sociedad socialista, lo cual significaría la emancipación de toda la humanidad, sin distinción de razas, o de sexos. Aunque muchos Sionistas no eran religiosos, todos justificaban que Palestina era el lugar donde debería fundar el Estado Judío, basados en creencias irracionales, y de mitos religiosos establecidos en algunos libros sagrados los cuales decían que el Dios de los Judíos les había otorgado a Palestina a los judíos para ser su hogar de permanencia.
 
Muchos judíos fueron convencidos por el argumento de los Socialistas, y rechazaron el punto de vista Sionista,  jugaron un papel importante,  y llegaron a formar de una manera considerable en el movimiento Socialista. La mayoría de los Judíos rechazaron prácticamente a los Sionistas, y todavía lo hacen, al integrarse a los países donde ellos viven. La terrible experiencia de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, convenció a muchos (pero no a todos) Judíos Europeos para aceptar el argumento de los Sionistas, y aceptaron la idea de la formación de  un Estado Sionista.
 
En el año 948 el sueño de los Sionistas se realizó. Palestina fue dividida y el estado de Israel fue establecido. Los extremistas Sionistas practicaron lo que hoy en día  se conoce como limpieza étnica, y cientos de miles de habitantes que no eran de procedencia Judía, que se encontra en la parte de Israel en Palestina fueron sacados de sus hogares. Los que se quedaron sufrieron  la misma suerte que experimentaron los judíos en los estados de otros lugares en el mundo
 
El establecimiento del Estado de Israel no termino el anti-semitismo. De hecho, esto causo que el anti-semitismo se desperdigara más que antes, se desperdigo dentro de las naciones Árabes. Por siglos los Judíos habían vivido en paz y seguridad e integrados en los países Árabes, y en otras partes del mundo. Ahora, como resultado del establecimiento del Estado Judío en Palestina, ellos vinieron a recibir la misma persecución que recibieron los Judíos Europeos. Los resultados fueron que cientos de años de integración fueron destruidos en décadas. Actualmente, no existen Judíos viviendo en países Árabes, la mayoría de los Judíos Árabes viviendo  ahora en Israel forman un grupo sub-privilegiado.
 
 
 Nuestra oposición al Sionismo no significa que apoyamos a la Organización por la Liberación de Palestino (OPL) o cualquier otra organización nacionalista de Palestina. Diferente a otros grupos incluyendo los de la izquierda no condenamos solamente el nacionalismo Judío, sino que condenamos todo tipo de nacionalismo por igual. La nación Palestina es un mito, como también lo es la nación de Israel y todas las demás naciones. Nacionalismo es la ideología que busca la división capitalista del mundo en Estado-Nación separadas, cada uno competiendo para tener un lugar bajo el sol, y maquinaria a su disposición para aniquilar otros seres humanos. Absolutamente rechazamos este punto de vista por medio del cual la humanidad debería estar organizada.
 
Como Socialistas reafirmamos que todos los seres humanos deberían buscar su emancipación, no como miembros de naciones, de estados, de religiones, y de grupos étnicos, sino como seres humanos, como  miembros de toda  la humanidad. Deberíamos unirnos para abolir  la división del mundo en los llamados Naciones-Estados, y establecer una sociedad mundial de cooperación mutua, en el cual todos seamos libres, y miembros iguales  de la ciudadanía mundial, sin estar sujetos a ninguna Nación-Estado
 

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Levantar el bloqueo

Una vez más trabajadores inocentes han sido asesinados en el Medio Oriente. El enfrentamiento ocurrió cuando organizaciones de socorro desafiaron  el bloqueo que ha puesto Israel alrededor de Gaza,  y el estado de Israel decidió usar la fuerza militar como el único medio para lidiar con la situación. Los gobiernos siempre tratan de mostrar que ellos son diferentes que los terroristas,  y que ellos tienen valores, y el santurrón se lamenta por la pérdida de vidas humanas, pero nada los separa a ellos, tanto en los medios, propósitos y métodos que usan.
 
Los socialistas no se parcializan  con ningún estado, todos los estados son simples fuerzas organizados para ejercer la opresión. Estamos opuestos a todos los estados, y solamente apoyamos los intereses de los oprimidos, no selectivamente, sino que apoyamos a todos. Los socialistas espontáneamente siempre han  estado del lado de los oprimidos, y en contra de los opresores, y el uso de la fuerza por el estado de Israel los expone como parte de los opresores. Pero porque simpaticemos con las victimas que  ha creado el opresor estado de Israel, eso no significa que favorecemos las soluciones populares entre ellos. Nuestra oposición al Sionismo no significa que apoyamos a Hamas o la Fatah. A diferencia de muchos de la izquierda, no condenamos solamente el nacionalismo Judío, sino que condenamos todo tipo de nacionalismo por igual. Todos los estados son artificiales e ilegítimos, tanto Israel en particular, como un futuro estado Palestino, ambos son, y serán estados capitalistas, y ambos son opresores.
 
El Partido Socialista siempre ha advertido el peligro que representa la apatía política, y el peligro que representa el confiar en los líderes, y de aceptar todos los gobiernos sin cuestionarlos. Nuestra inactividad es un elemento importante en nuestra continua explotación, y la clase burguesa lo toma como un consentimiento para poder efectuar sus excesos. El capitalismo siempre contraerá guerras, pero la apatía es parte de ese proceso. Es la apatía y la complacencia de la clase trabajadora la que permita que cuestiones horrenda como la que ocurre en Gaza se sigan efectuando. Las causas verdaderas de los problemas que ocurren en el mundo se deben a la rivalidad entre los bandos de las clases dominantes del mundo por el control de todas las cosas, como también la ignorancia que existe en el mundo entre los trabajadores que los motiva a apoyarlo a ellos, como también las divisiones que crean el nacionalismo y las religiones.
 
La paz es mucho mejor que las guerras, porque las guerras nunca son  peleadas para defender los intereses de los trabajadores, y siempre son los trabajadores los que sufren las consecuencias. Así que sin importar las ideas envueltas y los acuerdos que se hagan, los Socialistas solamente pueden recibir con beneplácito el fin de todas las guerras en cualquier parte del mundo, sean guerras entre capitalistas, como sean guerras de liberación nacional. Detener los asesinatos, y detener los sufrimientos de los seres humanos, ha sido permanentemente nuestro principio.
 
Movimiento Socialista Mundial
 

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Lenin teorico del nacionalismo

Lenin, teórico del Nacionalismo
La mismísima noción de Lenin, de que “el imperialismo es la etapa más alta del capitalismo”, supone que una nación explota a otra, requiriendo así para la nación sometida, un movimiento de “liberación nacional” que llevaría a las clases trabajadoras de dos distintos países al juego de masacrarse mutuamente.
Sabemos que, históricamente, salvo que una clase en particular monopolice los medios de producción y distribución, y obligue al resto del pueblo a vender su fuerza de trabajo, la producción capitalista no es posible. La propiedad privada es monopólica. En combinación con la división del trabajo, es la base de la producción de mercancías, así como del intercambio, del dinero, del mercado, etc.
Pero para Lenin, “monopolio” no era este monopolio de clase, sino la mera concentración y centralización del capital. De acuerdo a Marx, la existencia misma de la sociedad capitalista involucra tanto monopolio (en este sentido) como competencia, lo que invalida la suposición de Lenin de que un monopolio tal es sólo un aspecto del “imperialismo”.
“En la vida económica del presente, encontramos no sólo competencia y monopolio, sino además su síntesis, la cual no es una fórmula, sino un movimiento. El monopolio produce competencia; la competencia, monopolio”. (Carta a Annekov, 28 de diciembre de 1846)
La naturaleza básica del capital permanece siempre idéntica, tanto en forma desarrollada como en forma no desarrollada –producción para el beneficio (por ejemplo, la porción de trabajo no pagada). El aspecto definitorio de la producción capitalista es que se basa en el trabajo asalariado. El salario presupone al capital, y viceversa. También aquí, Lenin falló en comprender por qué distintos niveles de salarios prevalecen en diferentes países. Según él, los salarios son más altos en los países imperialistas, ya que allí los capitalistas sobornan a los trabajadores, a partir de los superbeneficios que reciben de la explotación de los países subyugados.
Marx tenía una explicación bastante distinta respecto de por qué los salarios eran más altos en esos países. Tanto la productividad como la tasa de explotación (la proporción entre trabajo pagado y no pagado) eran mayores allí:
“Cuando más productivo es un país en relación a otro, en el mercado mundial, más altos serán los salarios comparados con los del otro. En Inglaterra, no sólo los salarios nominales sino (además) los salarios reales son más elevados que en el continente. El trabajador come más carne, satisface más necesidades. Esto, sin embargo, se aplica sólo al trabajador industrial, y no al trabajador agrícola. Pero, en proporción a la productividad de los trabajadores ingleses, sus salarios no son más altos (que los salarios pagados en otros países).” (Teoría de la plusvalía, parte 2, páginas 16-17.)
Un nivel bajo de salarios no hace a un país menos capitalista que otro: “Los distintos estados de los diferentes países civilizados, a pesar de la heterogénea diversidad de formas, tienen todos esto en común, están basados en la sociedad burguesa moderna, sólo más o menos capitalistamente desarrollada.” (Crítica al Programa de Gotha, 1875.)
Para ser capitalista, un país no precisa ser tan industrial y comercialmente desarrollado como los Estados Unidos, Gran Bretaña o Alemania. Ni es necesario que todos y cada uno de los distritos de cada país capitalista deba ser tan desarrollado como el Ruhr en Alemania, o Sheffield y Birmingham en Inglaterra. El requerimiento básico es que el sistema productivo del país esté dirigido de un modo capitalista (por ejemplo, basado en empleadores y empleados). Un país puede estar altamente industrializado, o desarrollado en su agricultura, o ser el proveedor principal de materia prima para la industria, o lo que sea. Esto sucede debido a la división del trabajo entre los distintos países capitalistas. De modo que una “nación” no puede explotar a otra “nación”. Los trabajadores son en todo el mundo explotados por la clase capitalista mundial.
Lo absurdo de la teoría leninista puede probarse por un vivo ejemplo sobre la vida de un trabajador en nuestro subcontinente indio. Supongamos que tiene 70 años, y es en la actualidad, ciudadano de la autodenominada Bangladesh independiente. Fue súbdito de Pakistán, y anteriormente del Imperio Británico. Según la teoría de Lenin, fue sojuzgado por los “Imperialistas Británicos” hasta 1947, y luego por los “Imperialistas Pakistaníes” hasta 1972. ¿En la actualidad por quién? Y con todo, a lo largo de todos esos años siguió siendo un esclavo asalariado, no libre, aunque sus amos y su nacionalidad hayan cambiado. ¡Qué propuesta ridícula es la teoría de Lenin!
La teoría de Lenin sobre el imperialismo falla en captar la naturaleza mundial de la sociedad capitalista, enfrentando la clase trabajadora de los países subdesarrollados a la de los países desarrollados. Lleva a mantener el interés nacional en contra del interés de clase, lo cual va en detrimento de la clase trabajadora mundial y su emancipación.
Es ahora absolutamente claro que, así como el capitalismo es un fenómeno universal y cosmopolita, también lo es la clase trabajadora. La clase trabajadora no puede emanciparse nacionalmente.
Marx, en su discurso inaugural en la Asociación Internacional de Trabajadores, en 1864, denunciaba “una política exterior en pos de planes criminales, explotando los prejuicios nacionales, derrochando en guerras piratas, la sangre y la riqueza del pueblo”. Pero esto es precisamente lo que Lenin y sus herederos practicaron en la URSS, Europa Oriental, China, Cuba, etc., desde 1917 en adelante. Numerosos tratados secretos y no secretos, guerras y proclamas, realizadas por los autodenominados países socialistas, testifican esto.
Que “la emancipación del trabajo no es una cuestión local ni nacional, sino un problema social, que abarca a todos los países en los cuales existe una sociedad moderna, dependiendo para su solución, del acuerdo, práctico y teórico, de los países más avanzados” (Reglas de la AIT) debieran ser el principio que guíe a la clase trabajadora del mundo.
(Socialist Standard, mayo de

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Trabajadores en contra de Lenin. La protesta de los obreros, y la Dictadura de los Bolcheviques, 1920-22. Aves de Jonathan. IB Taurus.


Un tal llamado Estado Obrero que oprime a los trabajadores no fue una cuestión que ocurrió solamente durante el periodo de Stalin. También aconteció durante el liderazgo de Vladimir Lenin y León Trotsky, de hecho, ellos fueron los que sentaron las bases para que la dictadura Estalinista se reforzara más tarde.


En el 1920 la Guerra Civil había terminado, y las potencias occidentales habían levantado el embargo que habían impuesto en contra de Rusia. Los trabajadores habían sufrido terriblemente la escasez de alimentos y de combustibles, y habían vivido la férrea disciplina impuesta en los centros de trabajo, y esperaban que después de este periodo sus condiciones iban a mejorar. El gobierno bolchevique, sin embargo, no creo medidas inmediatas para satisfacer las aspiraciones de los trabajadores en ese sentido. El resultado motivo una enorme ola de descontento entre los trabajadores que duraron hasta el 1922, y es basado en estos acontecimientos que Jonathan Aves analiza en detalle su libro, tomando como base los informes de la prensa y materiales de archivo.


Al llegar el periodo de paz se dio un debate en el Partido bolchevique en cómo bregar con los obreros. Trotsky, rebosante de sus éxitos como comandante en jefe y comisario del Ejército Rojo, fue el que más se destaco en irse a favor de la militarización de los obrero, lo cual significaba que el que se ausentaba de los centros de trabajo sería considerado como acto de deserción, y las huelgas serian consideradas como motines, y los transgresores serian castigados de acuerdo con los términos de el código de disciplina militar. Lenin que era más flexible; quería mantener la dictadura bolchevique a toda costa, y estaba dispuesto a hacer algunas concesiones a los trabajadores para lograr su objetivo. Otro grupo, conocido como los “trabajadores” de oposición “, compuesto en gran parte de los sindicalistas bolcheviques, fueron más favorables a las demandas de los trabajadores.


Los trabajadores rusos en ese momento tenían muchas quejas. Ellos se opusieron a que no se les dieran tiempo libre para buscar alimentos y madera en el campo. Ellos se opusieron a tener que trabajar horas extraordinarias no remuneradas obligatorias en fiestas tradicionales, incluso en el día primero de mayo. Ellos se opusieron a que los sindicatos fueran tomados por los Bolcheviques, y fueran convertidas en órganos de gestión o de control administrado por el partido, se opusieron a la disciplina en los centros de trabajo, y obligarlos a acelerar la producción. En una serie de lugares se declararon en huelga y eligieron a sus representantes, lo cuales no eran Bolcheviques, pero eran anti-zarista, como los Mencheviques y los anarquistas.


Lenin no estaba satisfecho. Las huelgas fueron reprimidas. Muchos de los huelguistas fueron enviados a campos de trabajo forzados. Algunos fueron fusilados. Algunas concesiones no fueron finalmente hechas hasta el 1921 cuando Lenin anunció en el decimo Congreso del partido Bolchevique un nuevo plan económico, que entre otras cosas, permitía a los campesinos operar de nuevos sus mercados locales, lugares donde tradicionalmente los trabajadores compraban sus alimentos con anterioridad.


Pero había un precio – la represión de los pocos vestigios del sindicalismo independiente que habían logrado sobrevivir a los primeros años de la dictadura bolchevique. Los sindicatos fueron incorporados bajo el control del estado, de hecho, dejaron de ser sindicatos, se convirtieron en órganos estatales, similares a los Frente Laborales de Hitler que fueron más tarde establecidos en Alemania. Todas estas cuestiones que se han señalado, ocurrieron durante el tiempo de Lenin y Trotsky, y no fueron el producto posterior del “estalinismo”. Los dirigentes Menchevique se vieron obligados a exiliarse. Los “trabajadores” de oposición “- y todos los demás” grupos “- dentro del partido bolchevique fueron prohibidos, por lo que se estableció el principio de” la unidad monolítica ” y la próxima víctima iba a ser uno de sus principales arquitectos. León. Trotsky.


Desde el punto de vista socialista los bolcheviques habían llegado a situarse ellos mismos en una posición imposible. Habiendo tomado el poder como una minoría, en un país donde el socialismo no era posible ser establecido por muchas razones (el atraso económico, el aislamiento del resto del mundo, la falta de una voluntad mayoritaria por el socialismo), no tenían otra alternativa que hacer la única cuestión posible: continuar desarrollando el capitalismo.


Los bolcheviques se encontraron ellos mismos en la posición de tener que presidir y de organizar – la acumulación original de capitales. Pero, como acumulación capitalista es el producto de la plusvalía, o el excedente obtenido mediante la explotación del trabajo asalariado -, esto coloco a los Bolcheviques en conflictos con los mismos trabajadores, los cuales por igual e inevitablemente, trataron de evitar ser explotados. Los bolcheviques se opusieron y reprimieron las luchas de los trabajadores justificando sus acciones basándose en la excusa de que ellos (los bolcheviques) representaban a largo plazo los intereses de los trabajadores. Pero ¿en realidad, era cierto?


Ciertamente, alegaban que actuaban para promover la causa del socialismo, pero cuando Marx formulo su concepción materialista de la historia, había señalado que no se debe juzgar un movimiento histórico por lo que dice – sino por lo que hace, y por lo que objetivamente hizo. Y objetivamente los bolcheviques lo que hicieron fue desarrollar el capitalismo en Rusia de la misma manera que el propio Lenin en sus momentos más honesto había llamado capitalismo de Estado.

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LA GUERRA FRIA SE RE-CALIENTA

LA GUERRA FRIA SE RE-CALIENTA

De acuerdo a Clausewitz, general, y estratega militar del siglo 19 , frecuentemente citado dijo lo siguiente : ” la guerra es la continuación de la política por otros medios.” El reciente, breve y brutal conflicto en el Cáucaso es otro ejemplo de la naturaleza cotidiana del capitalismo, el cual continúa su poliitca por otros medios.

El conflicto en Osetia del Sur y Abjasia, que parece que ha cobrado miles de vidas humanas , ha sido una rara erupción, sacando hacia la superficie las presiones politicas y economicas que existen por debajo .

Estos acontecimientos recientes han sido una manera de despertar a los que aún engañados pensaban que el fin de la guerra fría (que nunca fue un campo de batalla ideológica de ninguna manera ) significaría el fin del enfrenamiento entre las superpotencias, con la posibilidad de que en última instancia se evitaria la Tercera Guerra Mundial

La Guerra Fría acaba de re- calentarse otra vez : pero esta vez, las líneas de demarcacion de la guerra están claramente señaladas, que no es por motivos de algunas supuestas diferencias ideológicas. No existen ningunas grandes cuestiones ideológicas o morales en juego en este momento . Los protagonistas (EE.UU. y Rusia) y sus aliados son simplemente economías capitalistas rivales , ansiosos por asegurar ventajas estratégicas, el acceso a los recursos y la influencia regional.

En particular, al tratar de diversificar sus fuentes de petróleo fuera de las regiones problemáticas como el Medio Oriental, los EE.UU. se basa en un nuevo gasoducto a través de Georgia que dispone de fuentes relativamente seguras en el Asia central, evitando interferir al mismo tiempo en territorio ruso.

Sin embargo, existen otras consideraciones, El fracaso de la economía de capitalismo de estado como la que existio en la Unión Soviética hasta su desaparición casi 20 años atras, no fue el fin de la guerra fría, solamente fue un cambio frontal. A medida que se desploman tanto las bases económica y política del Pacto de Varsovia , el pacto militar regional de la OTAN (Tratado del Atlántico Norte Organización) se ha extendido mucho más allá del alcance original “del Atlántico norte” , expandiendose hacia los estados de la antigua Unión Soviética estratégicamente atractivo, por medio de esta campana de reclutamiento, se amplía su ámbito de influencia.

Los conflictos militares son una consecuencia inevitable de los conflictos cotidianos de una sociedad basada en la propiedad privada. En el capitalismo todos los medios de producción – más explícitamente la producción del petróleo y su distribución – tienen que ser poseidos y controlados por alguien. Las guerrasa modernas – con todos los desperdicios, la devastación, y las atrocidades que conllevan en su paso – tienen sus raices en el capitalismo. Por el contrario, en una sociedad socialista sin sistema monetario, sin trabajo asalariado, sin clases y sin estado, nadie poseera medios de produccion, ni sera excluida ninguna persona . No habrán leyes, fuerzas coercivas para administrar , ni polizontes para monopolizar los recursos .

El Movimiento Socialista Mundial es un movimiento político unico, de una manera clara y coherente siempre ha expresado su oposición a las guerras durante los últimos cien años. Esto no ha sido hecho de una manera selectiva, nos oponemos, y nos hemos opuestos a todas las guerras, y lo hemos hecho desde la Primera Guerra Mundial hasta durante la ultima Guerra del Golfo Nuestra oposición esta sencillamente basado en que las guerras son solo cuestiones de interés para los empresarios, terratenientes y jefes , brevemente, la clase capitalista – mientras tanto los trabajadores, con uniformes, o ropas civiles, son la carne de cañón. La inmensa mayoría, de los miembros de la clase obrera mundial – ya sean de Georgia (Cáucaso) o Georgia (EE.UU.), no tienen ningun tipo de intereses en juego que valgan la pena derramar una sola gota de sangre.

Tecnología de la información y socialismo

El socialismo será una sociedad basada en la producción para el uso. ¿Pero qué significa esto? ¿Como podría trabajar esto y que papel desempeñaría la tecnología de la información en el socialismo?

Al describir la nueva sociedad por la que estamos trabajando, a nosotros los socialistas con frecuencia nos preguntan “¿Cómo funcionará eso?” Quienes preguntan suponen las más de las veces que sólo con un sistema de dinero y precios pueden “funcionar” las cosas; que las cosas sólo ocurren, sin ninguna necesidad de que ellos participen.

El sistema de mercado, de comprar y vender, bien puede “funcionar”, en el sentido de que continúa funcionando sin que la gente trate o no trate de controlar a dónde nos lleva. Después de todo, los políticos de hoy pareces estar cada vez más convencidos del poco control que tienen sobre el sistema que meramente administran. Sin embargo, esta inevitable falta de control consciente y social es justamente el problema. La nueva forma de organización social donde la producción se organiza solamente para el uso puede requerir de una participación más activa de la gente, pero esta es la única manera de echar a andar la sociedad en interés de la población entera. Así, al responder la pregunta de “¿Cómo funcionará?” los socialistas reconocen que en primer lugar está la necesidad de que la gran mayoría de la gente entienda y desee el socialismo.

La forma en que las cosas “funcionarán” en el socialismo será por medio de lo que llamamos “producción para el uso”. Esta característica que define al socialismo no es difícil de entender, pues no significa otra cosa que simplemente producir lo que es necesario, sin la necesidad de intercambio monetario, como en el capitalismo. Durante toda la historia humana ha habido siempre producción para el puro uso, comenzando con la recolección de alimentos y la hechura de herramientas en las sociedades de cazadores recolectores. En el capitalismo actual, hay muchos ejemplos que van desde las actividades de las organizaciones de voluntarios hasta el cuidado de la casa y la jardinería.
Producción para el uso

En el socialismo, la producción directamente para el uso será la regla. La producción socialista necesita esta organizada democráticamente: una dictadura que organizara la producción para el uso no sería socialismo. Al considerar la relación entre democracia y producción, la pregunta de “cómo funcionará” exige ampliar la respuesta. Al construir el socialismo, necesitamos considerar la forma en que las preferencias y las opiniones de la sociedad en su conjunto se reflejarán en las elecciones que se tomen sobre la producción de mercancías y servicios.

Vienen a la mente tres preguntas específicas. Primera: lo relativo al cálculo económico; segunda: la escala geográfica de la toma de decisiones y, tercera: los incentivos dentro de una sociedad socialista. Estas son las preguntas donde el papel de la tecnología de la información (TI) en el socialismo puede ser de lo más importante en las respuestas que den los socialistas.

La primera pregunta, relativa al cálculo económico, la plantean los defensores del libre mercado. Se dice que el mercado es un mecanismo descentralizado para calcular la demanda a fin de lograr el nivel correcto de abasto, tal y como se expresa en el gasto monetario. Ciertamente este razonamiento tiene fallas: el dinero no está distribuido igualitariamente, el mercando no es un sistema elegantemente descentralizado y no consigue la eficiencia que proclaman los libros de texto. Con todo, es necesario mostrar como se abordarían los cálculos sobre la oferta y la demanda a falta del sistema de mercado.

Sería necesario calcular la cantidad de insumos que serían necesarios para alcanzar cierto nivel de producción. Esta clase de cálculo de insumos-consumo tendría que ocurrir en escalas geográficas diferentes: desde las formas “locales” de cálculo hasta las regionales y aun las globales. Esto nos conecta con segunda pregunta sobre la extensión de la toma de decisiones localizadas en contraste con centralizadas dentro del socialismo

Examinando las formas locales de organización, las unidades individuales de producción en el capitalismo (fábricas, oficinas, etc.) ya tienen sistemas de TI para calcular los recursos necesarios para la producción, así como sistemas de control de existencias para administrar las ofertas de recursos. Además de las partes interesadas con la contabilidad monetaria, estos sistemas podrían ser de utilidad para la sociedad socialista que los herede.

Sea como sea, la contabilidad monetaria no ayuda con los cálculos insumos-consumo que en realidad se necesitan para planear la producción. Estos cálculos se hacen en función de cantidades (ya sea kilogramos, litros, watts u otras unidades de medida). A menudo lo son, incluso dentro del capitalismo. De hecho, en 1973 se le concedió el premio Nobel al economista Wassily Leontief por formular un método para el análisis de insumos-producto que podría emplear tales mediciones cuantitativas.

Al igual que utilizar los sistemas de TI existentes, harían falta muchos procedimientos innovadores en la organización local de la producción. Por ejemplo, las operaciones de los muchos tipos diferentes de actividad productiva podrían hacerse más abiertos y confiables mediante la mejora de la información al público. La toma de decisiones y la contratación de personal con ciertas destrezas son otras áreas donde la TI podría mejorar la organización de la producción para el uso.

Al pasar a las escalas regional y global, suele decirse que en la sociedad moderna la producción es demasiado compleja para ser objeto de cálculo. Sin embargo, aun retrocediendo a los años sesenta, en que la tecnología de las computadoras estaba en sus primeras etapas, los teóricos de orientación “socialista” ya citaban el uso potencial de las computadoras para el cálculo de insumos-producción en gran escala. La potencia actual de las computadoras significa que los cálculos necesarios incluso para millones de productos se pueden hacer en cuestión de minutos. Por cierto que la escala computacional de tales cálculos es pequeña comparada con otros usos que se les da a las modernas “supercomputadoras”, como la predicción del tiempo (véase Hacia un nuevo socialismo, de W. Paul Cockshott y Allin Cottrell, Spokesman Books, 1993).
La toma de decisiones democráticas

El procesamiento matemático en gran escala tal vez ya no sea el problema que antes fue. Sin embargo, en una sociedad socialista aún se enfrentaría la cuestión de cómo democratizar óptimamente la producción. Podría recurrirse a la TI para que diera acceso universal a fuentes de información sobre las diferentes elecciones que se presentan al planear la producción. Es importante notar que el almacenamiento central de información no significa necesariamente que la toma de decisiones deba centralizarse también. La amplia disponibilidad de la información facilitaría en sí la democracia misma que, según los socialistas, es necesaria para impedir la centralización del poder.

El asunto de qué tan lejos será posible localizar la producción y la toma de decisiones seguirá siendo materia de debate antes y después de la revolución socialista. La organización local parece ser, ciertamente, adecuada para muchas clases de producción, algunas de las cuales no será necesario centralizar mucho o ni siquiera la información empleada en su planeación. Otros problemas requerirán de decisiones en escala geográfica muy grande: algunos aspectos de la administración ambiental, por ejemplo. La discusión de estos problemas se beneficiará del polifacetismo de los sistemas de TI, lo cual quiere decir que la toma de decisiones puede ocurrir a la escala más conveniente, sea local, regional o global.

La tercera pregunta, la relativa a los incentivos, consiste en expresar la duda sobre qué podría motivar a la gente en el socialismo para lograr innovaciones. La respuesta principal reside en el conjunto completamente nuevo de prioridades y motivaciones en las cuales el pueblo reconocería la necesidad urgente de alcanzar ciertas clases de desarrollo (por ejemplo, hacer viables fuentes de energía renovable y otras formas de producción ecológicamente sostenibles). La TI, al promover la colaboración y que se comparta el conocimiento, sería importante en fomentar la innovación, así como ha sido bajo el capitalismo. Un ejemplo de que los socialistas han notado es el movimiento a favor de “programas (software) de fuente abierta”, en que personas separadas geográficamente han colaborado por medio de Internet para desarrollar la plataforma de computación Linux. Su trabajo, en la vanguardia misma de la industria de la TI, se ha organizado de modo voluntario, tratando activamente de evitar el mercado en lugar de utilizarlo.

Un sistema de producción sólo para el uso tendría un conjunto de prioridades completamente nuevo y los incentivos para desarrollarse en estas áreas surgiría de fuentes por entero diferentes, como la dinámica de la co-operación, la democracia y el disfrute de amplias libertades para concentrarse en aquellas áreas de la producción que, como se reconoce ampliamente, son las de mayor beneficio.

El rápido desarrollo de la tecnología de las computadoras ofrece una clase de respuesta a los argumentos pro-mercado, concernientes al cálculo, la toma de decisiones y los incentivos. Proveer información será parte esencial de la estructura democrática del socialismo y la tarea de diseñar los sistemas que mejor sirvan para construirla y administrarla será uno de los mayores retos que enfrentará la sociedad socialista.

El uso de los sistemas de TI en el socialismo puede no ser siempre el aspecto de la nueva sociedad que mejor capture la imaginación. Hasta habrá quienes teman que tal tecnología conduzca a un escenario en que las computadoras empiecen a controlarnos, y no nosotros a ellas. Estos temores pueden impedir que se valore el potencial de la TI para facilitar en vez de dictar la organización social, en cuanto sea aplicada a trabajar por los intereses del todo social. En la TI pueden encontrarse los elementos para construir nuevas formas de organización que sobrepasen a todo cuanto haya existido a la somb

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Friday, February 27, 2009

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Por que las utilidades tienen prioridad ?

¿Por qué las utilidades tienen prioridad?
Así los partidarios como los opositores del sistema capitalista concuerdan en un punto: la importancia central de las utilidades para la manera como el sistema opera. Veamos, pues, qué son las utilidades y por qué tienen prioridad.
¿Qué es la utilidad?
En su mayor parte la producción para el mercado está organizada actualmente no por particulares sino por empresas de negocios de una u otra clase. Esto representa un cambio desde la época en que vivieron muchos de los defensores del sistema de mercado, como Adam Smith. El objetivo de estos negocios, ya grandes, ya pequeños, sean poseídos por accionistas o por el estado, es llevar al máximo el rendimiento (la ganancia) del capital invertido en ellas.
Este “rendimiento” es la utilidad. En sus términos más simples, este beneficio es la diferencia entre el dinero que un negocio obtiene de la venta de sus productos y el dinero que tiene que gastar en producirlos. La tasa de ganancia es la cantidad de utilidades obtenidas durante un período dado, normalmente un año, expresada como porcentaje del valor monetario de los activos del negocio al principio del periodo.
La competencia en curso
La búsqueda de ganancia no es asunto de la avaricia de los que hacen marchar un negocio. Al contrario, es un imperativo impuesto por las presiones del mercado. Todos los negocios que pertenecen a una particular rama de la producción están en competencia unos con otros con la finalidad de vender sus productos. Esta batalla la ganarán las empresas que puedan proporcionar una mercancía equivalente al precio más bajo.
Para tal fin el asunto primordial es tener mejor tecnología: máquinas de mayor rendimiento y mejores procedimientos de producción que permitan producir la misma mercancía a un costo menor. La medida en que una empresa pueda instalar tal maquinaria y adoptar tales procedimientos depende de la cantidad de utilidades que obtenga. De este modo las fuerzas del mercado obligan al empresario a buscar las máximas utilidades y luego a invertir de ellas el monto que le permita mejorar y expandir su capacidad productiva.
Nivelación
En el ámbito de la economía en su conjunto las fuerzas del mercado tienden a ocasionar una nivelación de la tasa de utilidades en todas las ramas de la producción. Si en cierta rama de la industria se está logrando una tasa superior esta rama tenderá a atraer hacia ella más capital, con lo que la producción aumentará y el suministro extra hará que los precios caigan, de lo que resultará que la tasa de ganancia retrocederá al promedio o nivel “normal”. Si, por un lado, la tasa de ganancia es inferior al promedio algo de capital tenderá a salir de esa rama de la producción y ésta descenderá. El menor suministro impulsará los precios hacia arriba y la tasa de ganancia tenderá a elevarse hasta el nivel promedio.
Publicado por el Movimiento Socialista Mundial. Última actualización: 2006-08-13
20:46:30 BST

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Economistas, No en este Planeta

Los economistas no son de este planeta
La mayoría de los libros de texto contemporáneos contienen una variación de la siguiente y famosa definición de economía: ciencia que estudia el comportamiento humano como relación entre fines y medios escasos que tienen usos optativos.
En consecuencia la economía es el estudio de la lógica de la elección en condiciones de escasez. Pero esta no es la forma en que la mayoría de la gente entiende el término. Sin embargo, compruébelo usted mismo y verá que la palabra escasez se presenta una y otra vez en las definiciones de los libros de texto de economía. Paul Samuelson, en su Economics, libro de texto de economía muy estudiado, habla de una “gran escasez” y dice que si las mercancías no fueran tan escasas la ciencia de la economía no tendría papel alguno que desempeñar. Así, en estas definiciones, la economía se ve como el estudio de la producción y distribución de mercancías escasas.
El dogma de la escasez
Esta definición, sin embargo, sólo puede sostenerse dándole un significado peculiar a la palabra “escasez”. El sentido normal de ‘escasez’ es el de insuficiencia, carencia, lo que supone que hay desabasto de algo en relación con las intenciones de usarlo. Los economistas de la teoría de la escasez definen ésta como la carencia de suministros ilimitados. Como ninguna mercancía producida por humanos es, o puede ser, ilimitada en cuanto a la cantidad que de ella puede disponerse, entonces, por definición, es “escasa”.
Refuerzan su idea con otra suposición: las necesidades humanas son ilimitadas. Pueden refugiarse en esa posición, pues, si las necesidades humanas son infinitas, incluso en el significado normal de escasez como ***insuficiencia de relación para los usos*** las mercancías siempre estarán en suministro insuficiente. Pero esta suposición de que las necesidades humanas son infinitas es igualmente dudosa ya que, aunque las necesidades humanas sean numerosas, no son ilimitadas. Tampoco existen fuera de los contextos social e histórico sino que son determinadas por la sociedad en que seres humanos particulares están viviendo en un tiempo particular y en la práctica siempre son limitadas.
Esta escuela de economía (que es hoy la predominante) necesita la suposición de la escasez—ya sea basada en una definición irreal de escasez o en una suposición igualmente irreal de necesidades humanas infinitas—porque es la base de la pretensión de que la mejor manera de resolver el perpetuo problema de esto o lo otro al que los seres humanos se enfrentan cuando tienen que decidir qué producir, es tener que recurrir al dinero, los precios y los mercados. Quieren estar en posición de demostrar que el sistema económico actual, dentro del cual la mayor parte de la riqueza se produce para su venta en el mercado, es el mejor de los sistemas posibles. Necesitan la suposición de la escasez, en otras palabras, para dar por hecho lo que falta por demostrar.
La escuela económica de la escasez tiene razón en ver la economía como el estudio de la forma en que lo que se produce y cómo se produce están determinados bajo un sistema de mercado. Se equivocan en hacer que tal sistema sea el resultado de la “escasez”.
La escasez, en su peculiar sentido, ha existido a lo largo de toda la historia de la humanidad, pero el sistema de mercado—en donde todo, incluidas las energías mentales y físicas de los humanos tiene un precio y en donde todo mundo tiene que poseer dinero para obtener lo que necesita—apenas empezó a existir hace relativamente poco, tal vez unos 500 años, y sólo alcanzó existencia plena en lugares como Estados Unidos, Europa y Japón aproximadamente en los últimos 100 años. No está íntegramente desarrollado en el resto del mundo.
La base del sistema de mercado no es ninguna escasez eterna, sino la separación de la mayor parte de la gente del acceso a la tierra que les haría posible producir su propio alimento, vestido y vivienda. En otras palabras, su base es el desposeimiento de la mayoría de la población de todos los recursos productivos salvo su propia capacidad de trabajo y la concentración de estos recursos en manos de una ínfima minoría de la población. Es esto, no la escasez, lo que hace rasgos universales de la vida actual el dinero, los precios y el mercado.
Llegamos así a una definición de economía: el estudio de la producción y la distribución de la riqueza que se produce para venderla en un mercado. La economía es el estudio, no de mercancías escasas, sino de las mercancías para el mercado.
¿Qué es la riqueza?
Riqueza “es cualquier objeto material o servicio al que se recurre para satisfacer alguna necesidad o apetencia humanas”. Al objeto individual de riqueza se le conoce en economía como ***mercancía***.
Algunas mercancías esenciales para la vida humana, como el aire que respiramos y el calor y la luz del Sol, son proporcionadas espontáneamente por la naturaleza sin que los seres humanos tengan que hacer nada y de ahí que sean llamadas “mercancías gratuitas”. Pero en su mayoría las mercancías, incluidas otras también esenciales para la vida humana, como el alimento, tienen que ser producidas, en el sentido que los seres humanos tienen que ejercer sus energías mentales y físicas para obtenerlas, aunque en algunos casos lo único que haya que hacer cortar de un árbol una fruta. La mayor parte de las mercancías, en otras palabras, son productos del trabajo humano.
Cuando los humanos producen una mercancía no están creando algo de la nada: lo que están haciendo es transformar partes de la naturaleza en algo útil para ellos. Esta transformación, como en el caso de cortar una fruta, puede consistir solamente en cambiar de lugar algún material natural dado; en términos generales, sin embargo, se supone un cambio de forma así como un cambio de lugar.
La producción es, pues, el proceso de transformar partes de la naturaleza en mercancías. Aparte de las “mercancías gratuitas”, toda riqueza es producida por seres humanos que trabajan con materiales originalmente suministrados por la naturaleza.
Cualquier actividad que transforme partes de la naturaleza en algo útil para los humanos es actividad productiva. Esto es así aun cuando la transformación sea un mero cambio de lugar; por tanto, el transporte es una actividad productiva. También lo es el almacenamiento, pues preserva la utilidad de alguna mercancía. Algunos productos del trabajo son intangibles, como un corte de pelo, y son conocidos como “servicios”.
Hay quienes argumentan que sólo las mercancías tangibles son riqueza, y que, por tanto, sólo el trabajo del que resulta algún producto físico es trabajo productivo. Pero están equivocados. La única diferencia entre una mercancía tangible y otra intangible, o servicio, es que en este último caso el producto es consumido a medida que está siendo producido, pero sigue siendo un producto.
Las mercancías pueden dividirse en dos grupos principales. Primero, el de las que son consumidas directamente por los humanos para satisfacer sus necesidades personales, o “mercancías del consumidor”. Estas pueden ser consumidas conforme están siendo producidas (algunos servicios) o de una sola vez (como la comida o la electricidad) o a lo largo de cierto tiempo (como la ropa, los muebles y las casas).
El segundo grupo es el de las mercancías que se utilizan para producir otras mercancías, o mercancías para el productor (conocidas también como “mercancías intermedias) y como “medios de producción”. Estos son consumidos (gastados), desde luego, pero para hacer otras mercancías y ahora directamente por humanos. Entre ellos están los materiales extraídos de la naturaleza, las mercancías semiterminadas, las herramientas, las máquinas, los edificios, el combustible y los medios de transporte.
La base del sistema de mercado no es alguna escasez eterna, sino la falta de acceso de la mayoría de la gente a la tierra que les permitiría producir sus propios alimentos, ropa y viviendas. Como dijo William Petty (1623-1687), el trabajo es el padre de la riqueza material; la tierra es la madre.
Sin embargo, los humanos son animales que hacen y utilizan herramientas y, aparte de las actividad productiva muy básica, como cortar frutas de un árbol silvestre, la producción entraña un tercer elemento: las herramientas y la maquinaria que los humanos usan para transformar en riqueza los materiales que brinda la naturaleza. Estas mercancías para el productor provienen, claro, de las otras dos clases, ya que se les ha dado su forma existente por medio de trabajo humano pasado sobre los materiales dados por la naturaleza.
La “distribución” de la riqueza es sencillamente la forma en que se distribuye lo que se ha producido—es decir, dividido—, compartido, entre los miembros de la sociedad.

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UNA SOCIEDAD DIVDIDA EN DOS CLASES SOCIALES

Si usted le pregunta a un sociólogo moderno de cuántas clases sociales existen en nuestra sociedad. Ellos contestarían que son seis, o tal vez tres, o doce, o cualquier otro número que tenga en su fantasía. Existen muchas definiciones de lo que es una clase social. Por lo general esas definiciones son falsas e inútiles


Una respuesta más útil

Nuestra sociedad se divide en dos clases. Hay una clase trabajadora, y una clase capitalista. La clase obrera tiene que trabajar para ganarse la vida, la clase capitalista tiene suficiente riquezas para vivir sin tener que trabajar. Si usted se pregunta a que clase social pertenece, solamente debería preguntarse si podría vivir de sus inversiones en caso de que dejara de trabajar mañana mismo. No hay duda de que la sociedad capitalista se puede dividir de esta forma. Existe un grupo de personas en cada clase. Por supuesto, la mayoría de las gentes pertenecen a la clase obrera, y la clase capitalista es sólo una pequeña proporción de la población. Sin embargo, desde el punto de vista del capitalismo, ellos forman parte de una proporción muy importante.

¿Por qué esta definición es útil?

¿Cuál es la razón de que solo existan las clases? La respuesta es simple, eso es todo lo que necesita para comprender la forma en que el capitalismo funciona. Las clases sociales explican cómo hemos llegado a la situación que estamos en la actualidad. Ellas explican cómo la sociedad ha evolucionado y cambiado desde la sociedad esclavista, a través de feudalismo para llegar a el capitalismo. Una clase con un interés económico particular, ha tomado el control de la base económica de la sociedad de otra clase.

Pero las clases no sólo explican cómo hemos llegado al caos del capitalismo, sino que también explica cómo el capitalismo funciona. El principal hecho de la mayoría de la vida de las personas es el trabajo-trabajo en el hogar para apoyar a un salario-esclavo o el trabajo remunerado para poder vivir. ¿Por qué? No siempre ha sido cierto. En la sociedad feudal siervos pasaron su tiempo trabajando en la tierra, la producción de alimentos que podrían comer. Por supuesto, si la producción había que dar al Señor, el siervo feudal había grandes problemas, aunque estos son muy diferentes los problemas de la moderna esclavitud salarial.

También la concepción de clase explica los desastres del capitalismo: tales como, las guerras, que es cuando tenemos que luchar para proteger los intereses de la clase capitalista, la hambruna que es cuando la clase capitalista no puede obtener ganancias alimentándonos a nosotros, el desempleo cuando la clase capitalista obtiene más beneficios despidiéndonos de los trabajos, y manteniendo el precio bajo de los salarios, en vez de darnos puestos de trabajo, y así sucesivamente. Así que ahora existen dos clases, porque eso es lo que se necesita para explicar cómo llegamos al capitalismo y también cómo el capitalismo ha evolucionado.

La razón más importante, es sin embargo, ¿por qué sólo hay dos clases, y cuáles son las dos razones? Es el hecho que se explicar cómo podemos salir del desorden del capitalismo. Nosotros, la clase obrera, tenemos interés en deshacernos del enfermo sistema capitalista bajo el cual nos vemos obligados a vivir Al reconocer que sólo la clase de actividad consciente de esta misma clase social puede establecer una sociedad sin clases, y podemos vemos la forma en que el socialismo puede ser establecido. Agrupándonos en una sola clase como podemos transformar la sociedad. Si no lo hacemos nos quedaremos estancados con el capitalismo.

Los políticos reclaman que vivimos en una sociedad sin ‘clases’, lo cual es una afirmación engañosa, y si fueran honestos admitirán todo lo contrario… Los sociólogos están equivocados, porque ellos creen que el capitalismo siempre ha existido y existirá para siempre, El caso de los socialistas, de que sólo existen dos clases, sigue siendo tan importante y correcto como siempre porque muestra que no existe otra forma en que podamos detener la guerra, el hambre, la pobreza y el desempleo. Necesitamos la conciencia de clase y para ello tenemos que ser conscientes de que somos la clase trabajadora y que ellos son la clase capitalista. Solamente existen dos clases.

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Auges y recesiones economicas: Que los causa?

Auges y recesiones económicas: ¿qué los causa?
Las “recesiones”, “contracciones económicas” o “crisis económicas”—todas son frases sinónimas que se aceptan actualmente como parte regular de la vida económica. Los políticos dan cuenta “racional” de ellas, describiéndolas como “dolor necesario” que a veces hay que padecer. En última instancia la economía controla a los políticos y no éstos a aquélla.

¿Que es una crisis económica?
Las crisis económicas son periodos de bajo crecimiento económico e incluso negativo. Esto significa que los niveles de producción son inferiores e implican aumento del desempleo. Como resultado, se debilita el poder de negociación de los obreros y sus salarios disminuyen.
Cambio de actitudes
Hace tiempo muchos economistas creían que las crisis eran evitables. Cuando Karl Marx argumentó que el capitalismo se desarrolla inevitablemente de una manera inestable, con periodos de expansión y contracción, su teoría fue ferozmente rechazada. En su obra principal, El capital, Marx formuló la ley básica del proceso de desarrollo capitalista en los siguientes términos:
La tremenda capacidad del sistema fabril para expandirse a saltos enormes, y su dependencia en el mercado mundial, da lugar necesariamente al siguiente ciclo: producción frenética, con el consecuente atiborramiento del mercado, luego, la contracción de éste, de lo que resulta la parálisis de la producción. La vida de la industria se vuelve una serie de periodos de actividad moderada, prosperidad, sobreproducción, crisis y estancamiento.
En esa época y durante décadas más tarde, los economistas capitalistas aseguraron que las crisis y las contracciones no eran parte intrínseca del capitalismo. Esta idea de que, si se deja que el libre mercado marche por sí sólo, no ocurrirán crisis se basaba en la doctrina propugnada por J. B. Say, economista francés de principios del siglo XIX, la cual dice así:
Cada vendedor lleva un comprador al mercado.
Claro está que si cada mercancía producida de verdad fuera comprada, no habría desplomes económicos (lo cual es cierto por definición). Sin embargo, tal suposición se basa en un falso razonamiento, sobre el cual Marx explicó:
Nada puede ser más tonto que el dogma de que porque cada venta es una compra y cada compra una venta, la circulación de mercancía implica necesariamente un equilibrio entre ventas y compras… su intención real es mostrar que cada vendedor trae con él un comprador al mercado… pero nadie necesita comprar directamente sólo porque le hayan vendido algo. (2)
¿Puede ayudar la intervención del gobierno?
Según Marx, la división en el capitalismo entre compradores y vendedores de mercancías abre la posibilidad de crisis y tropezones económicos, pues los poseedores del dinero no siempre encuentran en sus intereses convertir de inmediato el dinero en mercancías. Por lo tanto, mientras existan el comprar y el vender, el dinero, los mercados y los precios, el comercio será cíclico.
En la época de la Gran Depresión de los años treinta, la mayoría de los economistas habían llegado a concordar en que las crisis eran parte integrante del capitalismo, habiendo seguido la pauta impuesta en ese tiempo por John Maynard Keynes. Como Marx antes que él, Keynes argumentaba que la ley de Say no tenía sentido y que el mercado libre no conducía naturalmente a un punto de equilibrio de pleno empleo con crecimiento sostenido. El capitalismo, razonaba, si fuese dejado seguir su propio impulso, terminaría por estancarse, como había sucedido luego del estrepitoso derrumbe de Wall Street en octubre de 1929. Keynes y sus seguidores adoptaron el punto de vista de que, conforme el capitalismo se desarrollaba, la tendencia observable del sistema a concentrar la riqueza en unas cuantas manos lleva al ahorro excesivo, al atesoramiento de la riqueza y al descenso de la demanda total. Esto a su vez hundiría al capitalismo en una crisis prolongada.
Keynes, al elaborar una doctrina económica que influiría a los gobiernos de todo el mundo, proclamaba que era necesaria la intervención del gobierno para impedir crisis futuras. Los gobiernos debían aumentar los impuestos a quienes menos les gustaba gastar grandes partes de sus ingresos, y encauzar fondos directos a quienes sí lo hicieran. Además, los gobiernos deberían intervenir para asegurar un nivel adecuado de demanda en la economía, aumentando el gasto y operando con déficits presupuestarios cuando fuera necesario.
El comercio mundial de 1932 era poco más de un tercio de lo que había sido antes de la catástrofe de Wall Street. Los dos países más afectados fueron Estados Unidos, donde el desempleo ascendió a trece millones de desempleados, y Alemania, donde el número de desempleados alcanzó los treces millones y fue uno de los factores que impulsaron la llegada de Hitler al poder. En la Gran Bretaña, más de tres millones, o sea el veinte por ciento de la fuerza de trabajo, carecían de empleo en 1932.
Los remedios de Keynes aumentaron el gasto del estado y los déficits de presupuesto fueron puestos en práctica de 1933 en adelante en Estados Unidos por el gobierno de los Demócratas presidido por Roosevelt. El desempleo disminuyo cierto tiempo, pero no más que en la Gran Bretaña, que no había seguido los consejos de Keynes y operaba directamente con políticas opuestas a las de este economista. En 1938 se desencadenó otra crisis en Estados Unidos, la cual sólo sanó durante la Segunda Guerra Mundial. El pronóstico inicial de de la intervención de carácter keynesiano no fue, por consiguiente, bueno, aun cuando la opción por el libre mercado estuviera muerta y enterrada.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los varios países capitalistas de empresa privada adoptaron las recomendaciones de Keynes en grados diversos, precaviendo la posibilidad de otra Gran Depresión y las revueltas sociales que traería consigo, y confiados en que los mercados libres, sin trabas, eran cosa del pasado. A pesar de esto, en la mayoría de los países siguió presentándose el ciclo del comercio como antes, aunque sin experimentar grandes depresiones. Una de las pocas excepciones fue la Gran Bretaña. En el Reino Unido el crecimiento se mantuvo relativamente fuerte durante todos los años cincuenta y sesenta y el desempleo nunca fue mayor de 900,000. Los partidarios de las políticas keynesianas proclamaron que era un triunfo de la manera como el gobierno había manejado la demanda. La historia ulterior de la economía en la Gran Bretaña pronto probaría lo equivocados que estaban. Después de la guerra, la Gran Bretaña consiguió una posición relativamente ventajosa en los mercados mundiales para muchas mercancías, época en que estaban devastados económicamente sus rivales Alemania y Francia. Por algún tiempo en la Gran Bretaña emergió como uno de los principales productores de vehículos de motor, aviones, sustancias químicas, electricidad y otras mercancías. Hacia fines de los años sesenta, sin embargo, los rivales de la Gran Bretaña se habían recuperado y vuelto competidores con tecnología mejoradas que habían introducido después de los destrozos ocasionados por la guerra. A fines de los años sesenta y principios de los setentas, el clásico ciclo del comercio resurgió como una especie de venganza contra la economía británica, lo que a la larga fomentó el retorno a las políticas de libre mercado en los años ochenta. Ahora, a principios de los años setenta, durante el régimen del Primer Ministro Edward Heath, el desempleo creció por encima de la cota del 1, 000,000 por primera vez desde 1945. Para entonces los economistas ya estaban de acuerdo en que las recesiones eran parte intrínseca del capitalismo, aunque en su momento habían seguido las directrices de John Maynard Keynes. Como Marx antes que él, Keynes alegó que la ley de Say era pura tontería y que el mercado libre no llevaba naturalmente a un punto de equilibrio de pleno empleo con crecimiento sostenido, y que el capitalismo, abandonado a su peculiar modo de funcionamiento, terminaría por atascarse, tal y como había sucedido después del derrumbe de Wall Street en octubre de 1929. Keynes y sus seguidores adoptaron el punto de vista de que, como capitalizable para el estado que como capitalismo se había desarrollado, las crisis y las recesiones se habían integrado más con la concentración mundial del capital, y que sus efectos se habían propagado ampliamente. Lo que es más, habían sido capaces de demostrar que ni la economía política keynesiana ni el libre mercado habían sido capaces de impedir el colapso.
Guía paso a paso
Ciertamente, la mera existencia de comprar y vender siempre hace surgir la posibilidad de la crisis, pero el impulso a acumular capital—el fuego vital del capitalismo—asegura que periódicamente la crisis se vuelva una realidad, y nada que hagan los políticos puede impedirla. Cuando el capitalismo está en auge, las empresas están en una posición en que sus beneficios están incrementándose, el capital se está acumulando y el mercado está hambriento de mercancías. Pero esta condición no dura mucho. Las empresas están en perpetua lucha por lucrar—necesitan las ganancias para poder acumular capital y por tanto sobrevivir en contra de sus competidores. En la época de bonanza esto conduce inevitablemente a algunas empresas—por lo general las que han crecido vertiginosamente—a extender en demasía sus operaciones en el mercado disponible.
En el capitalismo, las decisiones sobre inversión y producción las hacen miles de empresas en competencia que operan sin control social ni regulación alguna. El impulso competitivo hacia la acumulación de capital obliga a las empresas a expandir sus capacidades productivas como si no hubiera límite al mercado disponible para las mercancías que están produciendo.
El crecimiento no está planeado; sólo gobernado por el caos del mercado. El crecimiento de una industria no está acoplado al crecimiento de las demás industrias sino tan sólo a la expectativa de la ganancia, y de esto resulta una acumulación y un crecimiento desequilibrados entre las varias ramas de la producción. La acumulación excesiva de capital en algunos sectores de la economía pronto aparece como sobreproducción de mercancías. Las mercancías, imposibles de ser vendidas, se amontonan, y las empresas que han ampliado exageradamente sus operaciones tienen que aminorar la producción.
A medida que las mercancías invendibles permanecen almacenadas se hunden los ingresos y las ganancias, haciendo al mismo que la inversión sea más difícil y que menos valga la pena. La acumulación se atasca, el ahorro y el atesoramiento se incrementan y las fuerzas inestables del dinero y el crédito pronto trasmiten la depresión hacia los demás sectores de la economía. Las empresas que al principio se expandieron ilimitadamente recortan sus inversiones y esto trae consigo una caída de la demanda de los productos de sus proveedores quienes, a su vez, se ven forzados a restringir su producción, contagiando sus dificultades a los proveedores de sus proveedores y así sucesivamente. Los beneficios se hunden, las deudas se acrecientan y los bancos aumentan las tasas de interés y restringen sus préstamos, de todo lo cual resulta una espiral viciosa y descendente de contracción económica. De este modo, lo que empezó como una sobreproducción parcial en ciertas porciones del mercado se transforma en una sobreproducción general, en la cual se ve afectada la mayoría de los sectores de la industria.
Las crisis y las recesiones siguen invariablemente este patrón general. A veces la sobreproducción inicial ocurre solamente en las industrias de bienes de consumo, como sucedió en 1929, y desde ahí se propaga. Otras veces, como a mediados de los años setenta, la expansión desmedida inicial se da en el sector de los bienes de producción donde las empresas producen nuevos medios de producción, como acero industrial o equipo robótico. En la recesión de principios de los años noventa uno de los factores principales fue la extensión desmesurada del sector de la propiedad comercial y algunas de las industrias nacientes de alta tecnología. Pero independientemente de la causa, el resultado es siempre el mismo: caída de la producción, bancarrotas, recorte de salarios y aumento del desempleo, con el consiguiente incremento de la pobreza.
En una recesión hay simultáneamente un problema de caída de la demanda junto con caída de las utilidades. Tratar de resolver un problema (digamos la demanda de parte de los presuntos consumidores) a expensas de los otros (digamos, las ganancias), como quieren los keynesianos, no mejorará la situación. Necesitan ocurrir muchas cosas distintas y por separado antes de que tome su curso una recesión. En primer lugar, el capital tiene que ser liquidado si la capacidad de producción en exceso va a coartarse con capital devaluado siendo comprado barato por las empresas que están mejor situadas para sortear la crisis. En segundo lugar, es preciso deshacerse de las mercancías acumuladas, comprándolas a bajo precio o borrarlas de plano. La inversión no se reanudará si persiste la sobreproducción. En tercer lugar, después de que esto ha ocurrido tiene que haber un incremento de la tasa de beneficio industrial auxiliada por bajas del salario real y baja de las tasa de interés (las cuales se reducirán naturalmente a medida de que la demanda de dinero “fresco” aminore la recesión). Esto ayudará a que se reanude la inversión y aumente la acumulación. También, para que la recuperación se sostenga, gran parte del débito acumulado durante los años de auge tendrá que ser liquidado para que no actúe como un lastre sobre la acumulación futura. Mediante estos mecanismos una recesión ayuda a construir las condiciones para el crecimiento futuro, librando al sistema capitalista de unidades de producción deficientes.
Ciclo continuo
Cuando estos procesos siguen su curso natural, la acumulación y el crecimiento pueden hacer que de nuevo el capitalismo cree una situación de bonanza a la que, inevitablemente, seguirá una crisis y una recesión. Tal ha sido la historia del capitalismo desde sus orígenes. Ninguna medida, ninguna reforma emprendida por los gobiernos—aunque sea hecha con la mejor buena voluntad—ha impedido ni puede impedir la operación de este ciclo. Los defensores del laissez faire (dejar hacer) y del libre mercado han fracasado, igual que los keynesianos partidarios de la intervención del estado. Hoy, enfrentados a una nueva recesión, los partidarios del capitalismo tienen las manos atadas.
En realidad, el ciclo auge-crisis demuestra la impotencia de los reformistas y los políticos y es un cargo más en contra del sistema capitalista en su conjunto, que acarrea miseria para los millones de trabajadores que pierden sus puestos, se vuelven insolventes o ven sus salarios reducidos y tienen que trabajar en las peores condiciones. Lejos de ser una aberración, este ciclo de miseria es el ciclo natural del capitalismo.

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Labels: Economia Politica

Partido Socialista Mundial
Solicitud de afiliación

El Partido Socialista Mundial , como partido solidario del Movimiento Socialista Mundial, está comprometido con la abolición inmediata del capitalismo y con el establecimiento de una forma de sociedad socialista, verdaderamente democrática. Consecuentemente, pertenecer al Partido Socialista Mundial requiere de una comprensión general de los principios del socialismo y estar de acuerdo con el Objetivo del movimiento y su Declaración de Principios. No es probable que llegue a implantarse un sistema mundial de producción destinado a satisfacer las necesidades humanas y no el afán de lucro, como no sea por la acción consciente y deliberada de una mayoría comprometida con estos principios. Las siguientes ocho declaraciones constituyen una revisión concisa de las áreas de mayor importancia del Movimiento. Después de leerlas cuidadosamente, indique en el espacio designado cómo y por qué concuerda o no concuerda con ellas. Si bien reconocemos y aceptamos, naturalmente, que existen diferencias de opinión, es esencial comprender satisfactoriamente los principios socialistas para unirse a nuestro movimiento. Su admisión al partido depende de la cualidad total de su consciencia socialista, no de si da usted las respuestas “correctas”, y esta Solicitud servirá para que se ponga de manifiesto lo sólido de su comprensión, a la cual seguirá una entrevista para ayudarle a esclarecer cualesquiera dudas importantes que tenga. Después de cada declaración, por favor indique su opinión (ESTOY DE ACUERDO o NO ESTOY DE ACUERDO) y explique el porqué con algunos detalles. Por favor, tenga en cuenta que entender sus puntos puede poner en riesgo su solicitud. Trate de no ser demasiado breve.


PARTIDO SOCIALISTA

objetivo

El establecimiento de un sistema social basado en la propiedad común y en el control democrático de los medios e instrumentos para producir y distribuir la riqueza por la sociedad en su conjunto y en interés de la propia sociedad.


Declaración de principios

Los Partidos camaradas del socialismo sostienen que:

* La Sociedad tal como está constituida en el presente se basa en la propiedad de los medios de vida (esto es: la tierra, las fábricas, los ferrocarriles, etc.) por la dominante clase capitalista y, en consecuencia, en la esclavización de la clase trabajadora, cuya labor es la única forma de producir riqueza.


* Por consiguiente, en la sociedad hay un antagonismo de intereses, que se manifiestan como lucha de clases entre quienes poseen pero no producen y entre quienes producen pero no poseen.


* Este antagonismo sólo se puede abolir por la emancipación de la clase trabajadora de la dominación de la clase hegemónica, por la conversión en propiedad común de los medios de producción y distribución, y su control democrático por el pueblo en su conjunto.


* Como en el orden de la evolución social la clase trabajadora es la última en conquistar su libertad, la emancipación de la clase trabajadora implicará la emancipación de toda la humanidad, sin distinción de raza ni de sexo.


* Esta emancipación debe ser resultado del esfuerzo de la propia clase trabajadora.


* Como la maquinaria del gobierno, incluidas las fuerzas armadas de la nación, existe sólo para conservar el monopolio por la clase capitalista de la riqueza extraída de los trabajadores, la clase obrera debe organizarse consciente y políticamente para la conquista de los poderes del gobierno, con el fin de que esta maquinaria, incluidas esas fuerzas, puedan ser convertidos de un instrumento de opresión en un agente de emancipación que derroque los privilegios de la plutocracia.


* Como los partidos políticos no son sino la expresión de los intereses de clase, y como el interés de la clase trabajadora se opone diametralmente a los intereses de todas las secciones de la clase dominante, el partido que persiga la emancipación de la clase trabajadora debe ser hostil a cualquier otro partido. Los partidos solidarios con el Socialismo, por lo tanto, deben entrar al campo de la acción política resueltos a oponerse a todos los demás partidos políticos, ya sea que presuntamente se hallen a favor de la clase obrera o que abiertamente sean pro capitalistas, y hacen un llamado a todos los miembros de la clase trabajadora de estos países para que apoyen estos principios hasta acabar con el sistema que los despoja de los frutos de su trabajo, y hasta que la pobreza dé paso al bienestar, los privilegios a la igualdad y la esclavitud a la libertad.


1) Control del poder del Estado Para establecer el socialismo, la clase trabajadora de todo el mundo debe hacerse del control de los poderes del gobierno por medio de la organización política. Es en virtud de su control del poder del Estado que la clase capitalista puede perpetuar su sistema. En una sociedad capitalista moderna y desarrollada al extremo la única manera de arrancar de manos de la clase capitalista la propiedad y el control de los medios de producción consiste en empezar por quitarle su control del Estado; tal será la condición previa para convertir el Estado de un poder coercitivo en un brazo administrativo de la comunidad. El Partido Socialista Mundial, por lo tanto, aboga por el voto como medio de abolir el capitalismo y establecer el socialismo, ya que el socialismo sólo puede establecerse democráticamente: los medios no pueden separarse de los fines.



• Estoy de acuerdo.


•No estoy de acuerdo.

Por qué pienso así:

2) Reformas y Reformismo La sociedad capitalista actual, aun cuando sea “reparada” y reformada, por su naturaleza misma no puede funcionar en interés de la mayoría de la población del mundo de hoy. Las reformas nunca pueden alterar la relación de explotación básica del trabajo asalariado con el capital, o sea la producción para obtener una ganancia. El capitalismo nunca podría subsistir sin explotación ni búsqueda de ganancias. Cualesquiera que sean las intenciones de los reformistas, los socialistas reconocen la futilidad de sus esfuerzos y enfocan su trabajo sólo a la abolición completa del capitalismo. El Partido Socialista Mundial no lucha por reformar el capitalismo: sólo por el socialismo.


• Estoy de acuerdo.


•No estoy de acuerdo.

Por qué pienso así::


3) Los partidos reformistas El Partido Socialista Mundial se opone a todos los partidos u organizaciones que no desean el logro del Socialismo mundial. No podemos sino estar en contra de esos partidos que de una u otra manera apoyan el sistema presente. Nuestro propósito principal es hacer socialistas, no defender el uso del voto para tan sólo por algo que se aproxime al socialismo.


• Estoy de acuerdo.


•No estoy de acuerdo.

Por qué pienso así:
4) Capitalismo de Estado Las varias formas de llamados gobiernos “comunistas” (como el de la antigua Unión Soviética, China, Cuba, etc.), y los gobiernos “socialistas” (como los que se encuentran en Europa) no fueron y no son socialismo. “Gobierno socialista” es un oxímoron (es decir, algo contradictorio en sí mismo) de primer orden. Todos los estados, del pasado y del presente, que se han llamado a sí mismos socialistas no son más que sistemas en que el estado mantiene en diversos grados el control de los medios de producción. Justifican su existencia con la noción errónea de que el estado es algo así como una extensión del poder de la clase laboral. En esos países, como en Estados Unidos, los bienes y los servicios no fueron y no son producidos ante todo para el uso. Además. Además, la nacionalización y la “propiedad” gubernamental de la industria no alteran en lo fundamental la relación de trabajo asalariado y capital. La clase burocrática que controla esta forma del estado sigue siendo una clase parasitaria que se alimenta de la plusvalía producida por el trabajo del obrero.


• Estoy de acuerdo.


•No estoy de acuerdo.

Por qué pienso así:
5) El trabajo organizado El sindicalismo es meramente la institución mediante la cual los trabajadores asalariados y a sueldo tratan por diversos medios de vender sus capacidades de trabajar al mejor precio posible y de mejorar sus condiciones de trabajo. De ahí que no sea el mejor instrumento para terminar con el conflicto de clases. Los sindicatos deben trabajar en el marco del capitalismo y, por lo tanto, su eficacia es muy limitada. No pueden alterar la relación fundamental entre el trabajo asalariado y el capital. Lo mejor será que los obreros luchen por abolir también el empleo.



• Estoy de acuerdo.


•No estoy de acuerdo.

Por qué pienso así:


6) El liderazgo El Partido Socialista Mundial rechaza la teoría política del liderazgo. Ni los “grandes” hombres ni las señaladas por ellas mismas como “vanguardias” pueden acortar ni un sólo día la implantación del socialismo. La emancipación de la clase obrera tiene que ser obra de la propia clase obrera. Educadores que expliquen el socialismo, ¡sí! Que la administración cumpla con la voluntad de la mayoría, ¡sí! Pero líderes o vanguardias, ¡nunca!


• Estoy de acuerdo.


•No estoy de acuerdo.

Por qué pienso así:
7) El materialismo histórico El punto de vista socialista se funda sólidamente en la concepción materialista de la historia, un modo de ver la vida que se concentra en la forma como las comunidades satisfacen sus necesidades de supervivencia reales, produciendo lo que necesitan para vivir (en otras palabras, sus sistemas económicos). De este proceso el cerebro humano forma sus ideas, que terminan por ejercer su propia influencia en el ciclo, haciendo que vaya ganando complejidad a medida que evoluciona la sociedad. Este enfoque, conocido como materialismo histórico, es un método científico para ayudar a entender cómo y por qué el capitalismo hace lo que hace. Armados con esta comprensión, los socialistas se dan cuenta de que el capitalismo nunca distribuye los productos para la mayoría de la gente. Con otros enfoques, que carecen de este punto de mira y pasan por alto la base de la sociedad capitalista, es fácil errar el blanco, de modo que sus seguidores se atascarán en vanos esfuerzos por hacer que el capitalismo trabaje para la mayoría.

• Estoy de acuerdo.


•No estoy de acuerdo.

Por qué pienso así:
8) Explicaciones sobrenaturales Los socialistas sostienen que las explicaciones materialistas de la sociedad humana y el resto de la naturaleza invalidan las sobrenaturales. Una perspectiva religiosa no le impedirá necesariamente a nadie luchar por abolir el capitalismo y sus males, y los elementos éticos de las enseñanzas religiosas incluso pueden hacer mucha gente se percate de las injusticias de la sociedad dividida en clases. Pero por sí solas no llevarán a entender las causas de tales injusticias. (Muy frecuentemente, las propias instituciones religiosas las justificarán y cometerán.) La perspectiva del mundo socialista es en todo caso post religiosa, porque la causa del socialismo está cimentada en testimonios científicos. Por lo tanto, los socialistas saben que son obsoletas las explicaciones sobrenaturales.



• Estoy de acuerdo.


•No estoy de acuerdo.

Por qué pienso así:
COMENTARIOS DEL SOLICITANTE


Por favor amplíe sus comentarios o exprese sus reservas a las declaraciones anteriores. Si es necesario utilice otra hoja en blanco. Su firma, abajo, indicará que está usted de acuerdo y que desea pertenecer al Partido Socialista Mundial. Por favor llene con letra legible la sección siguiente. Esta información no saldrá del PSM (EU) a no ser con la autorización del solicitante.


Firma _____________________________________


Teléfono _____________________________________


Dirección-de-correo-electrónico
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Dirección-o-apartado-postal
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Ciudad, Estado y Código, Pais


Postal (ZIP)_________________________________


Pónganse en contacto conmigo por correo email teléfono ___________________________________ ___________________________


Admitido por (Sec’y)

Fecha de admisión


Fecha de nacimiento*
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*Esta información no afectará de ninguna manera las posibilidades de admisión del solicitante; sólo se le pide para facilitar la interacción con él o con ella. El Partido Socialista Mundial se reserva el derecho de realizar una entrevista con el solicitante

Movimiento Socialista Mundial

Posted by Movimiento Socialista Mundial at 11:39 PM No comments:

Constitucion del Partido Socialista

Constitución del Partido Socialista




Objetivo y Principios


Reglamento 1 Los objetivos y principios del Partido son los siguientes:

Objetivo:

El establecimiento de un sistema de sociedad basado en la posesión común y control democrático de los medios e instrumentos de producción de las riquezas para el interés y el bienestar de toda la sociedad.


Declaración de Principios


El Partido Socialista declara



1 La presente sociedad está basada en la posesión de los medios de vida (tales como tierra, medios de transportación, factorías, etc.,) en las manos de la clase capitalista, y por consecuencia la esclavización de la clase obrera, la cual es la productora de todos los bienes.

2 En esta sociedad, por lo tanto, existe un antagonismo de intereses, el cual se manifiesta entre los que poseen, pero no producen nada, y los que producen y no poseen nada.

3 Este antagonismo puede ser abolido solamente por medio de la emancipación de la clase obrera de la dominación de la clase dominante, por medio de la conversión en propiedad común de todos los medios de producción, y distribución, y el control democrático por la mayoría de los seres humanos.

4 En este orden de la evolución social la clase trabajadora es la última clase para lograr su libertad, la emancipación de la clase obrera traerá consiga la emancipación de toda la humanidad, sin distinción de razas, o de sexos

5 Esta emancipación solamente podrá ser lograda por medio del esfuerzo de la propia clase trabajadora

6 La maquinaria de gobierno incluyendo las fuerzas armadas de la nación, solamente existen para conservar el monopolio de la clase capitalista, la cual toma de la clase trabajadora todas las riquezas, la clase obrera debe organizarse conscientemente y políticamente para la conquista de los poderes del gobierno para que esta maquinaria incluyendo las fuerzas armadas puedan ser convertidas de instrumentos de opresión en agentes de emancipación y para el derrocamiento de los privilegios plutocráticos

7 Como todos los partidos políticos son solo representantes de los intereses de la clase dominante, así también los intereses de la clase obrera son diametralmente opuestos a todos los sectores de la clase burguesa, el partido que busca la emancipación de la clase obrera también debe ser hostil a los demás partidos políticos

8 El Partido Socialista entra a el campo de la lucha política determinado a librar una guerra con todos los demás partidos políticos de la clase dominante, y hace un llamado a todos los miembros de la clase trabajadora a que apoyen estos principios hasta el final, y que sirvan para la finalización de este sistema el cual los priva del fruto de su trabajo, y que la pobreza sea reemplazada por la prosperidad, los privilegios por la igualdad, y la esclavitud por la libertad

Posted by Movimiento Socialista Mundial at 11:18 PM No comments:

Lenin teorico del nacionalismo

Comentario: Articulo escrito por el Movimiento Socialist Mundial. La teoria de Lenin sobre el Imperialismo, y su panfleto titulado El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo, no es mas que nacionalismo burgues encubierto con fraseologia socialista-comunista, de por si, el imperialismo no es superior a el capitalismo. El concepto de explotacion no esta determinado por el salario nominal sino que es en base a la tasa de plusvalia


Lenin, teórico del Nacionalismo

La mismísima noción de Lenin, de que “el imperialismo es la etapa más alta del capitalismo”, supone que una nación explota a otra, requiriendo así para la nación sometida, un movimiento de “liberación nacional” que llevaría a las clases trabajadoras de dos distintos países al juego de masacrarse mutuamente.

Sabemos que, históricamente, salvo que una clase en particular monopolice los medios de producción y distribución, y obligue al resto del pueblo a vender su fuerza de trabajo, la producción capitalista no es posible. La propiedad privada es monopólica. En combinación con la división del trabajo, es la base de la producción de mercancías, así como del intercambio, del dinero, del mercado, etc.

Pero para Lenin, “monopolio” no era este monopolio de clase, sino la mera concentración y centralización del capital. De acuerdo a Marx, la existencia misma de la sociedad capitalista involucra tanto monopolio (en este sentido) como competencia, lo que invalida la suposición de Lenin de que un monopolio tal es sólo un aspecto del “imperialismo”.

“En la vida económica del presente, encontramos no sólo competencia y monopolio, sino además su síntesis, la cual no es una fórmula, sino un movimiento. El monopolio produce competencia; la competencia, monopolio”. (Carta a Annekov, 28 de diciembre de 1846)

La naturaleza básica del capital permanece siempre idéntica, tanto en forma desarrollada como en forma no desarrollada –producción para el beneficio (por ejemplo, la porción de trabajo no pagada). El aspecto definitorio de la producción capitalista es que se basa en el trabajo asalariado. El salario presupone al capital, y viceversa. También aquí, Lenin falló en comprender por qué distintos niveles de salarios prevalecen en diferentes países. Según él, los salarios son más altos en los países imperialistas, ya que allí los capitalistas sobornan a los trabajadores, a partir de los superbeneficios que reciben de la explotación de los países subyugados.

Marx tenía una explicación bastante distinta respecto de por qué los salarios eran más altos en esos países. Tanto la productividad como la tasa de explotación (la proporción entre trabajo pagado y no pagado) eran mayores allí:

“Cuando más productivo es un país en relación a otro, en el mercado mundial, más altos serán los salarios comparados con los del otro. En Inglaterra, no sólo los salarios nominales sino (además) los salarios reales son más elevados que en el continente. El trabajador come más carne, satisface más necesidades. Esto, sin embargo, se aplica sólo al trabajador industrial, y no al trabajador agrícola. Pero, en proporción a la productividad de los trabajadores ingleses, sus salarios no son más altos (que los salarios pagados en otros países).” (Teoría de la plusvalía, parte 2, páginas 16-17.)

Un nivel bajo de salarios no hace a un país menos capitalista que otro: “Los distintos estados de los diferentes países civilizados, a pesar de la heterogénea diversidad de formas, tienen todos esto en común, están basados en la sociedad burguesa moderna, sólo más o menos capitalistamente desarrollada.” (Crítica al Programa de Gotha, 1875.)

Para ser capitalista, un país no precisa ser tan industrial y comercialmente desarrollado como los Estados Unidos, Gran Bretaña o Alemania. Ni es necesario que todos y cada uno de los distritos de cada país capitalista deba ser tan desarrollado como el Ruhr en Alemania, o Sheffield y Birmingham en Inglaterra. El requerimiento básico es que el sistema productivo del país esté dirigido de un modo capitalista (por ejemplo, basado en empleadores y empleados). Un país puede estar altamente industrializado, o desarrollado en su agricultura, o ser el proveedor principal de materia prima para la industria, o lo que sea. Esto sucede debido a la división del trabajo entre los distintos países capitalistas. De modo que una “nación” no puede explotar a otra “nación”. Los trabajadores son en todo el mundo explotados por la clase capitalista mundial.

Lo absurdo de la teoría leninista puede probarse por un vivo ejemplo sobre la vida de un trabajador en nuestro subcontinente indio. Supongamos que tiene 70 años, y es en la actualidad, ciudadano de la autodenominada Bangladesh independiente. Fue súbdito de Pakistán, y anteriormente del Imperio Británico. Según la teoría de Lenin, fue sojuzgado por los “Imperialistas Británicos” hasta 1947, y luego por los “Imperialistas Pakistaníes” hasta 1972. ¿En la actualidad por quién? Y con todo, a lo largo de todos esos años siguió siendo un esclavo asalariado, no libre, aunque sus amos y su nacionalidad hayan cambiado. ¡Qué propuesta ridícula es la teoría de Lenin!

La teoría de Lenin sobre el imperialismo falla en captar la naturaleza mundial de la sociedad capitalista, enfrentando la clase trabajadora de los países subdesarrollados a la de los países desarrollados. Lleva a mantener el interés nacional en contra del interés de clase, lo cual va en detrimento de la clase trabajadora mundial y su emancipación.

Es ahora absolutamente claro que, así como el capitalismo es un fenómeno universal y cosmopolita, también lo es la clase trabajadora. La clase trabajadora no puede emanciparse nacionalmente.

Marx, en su discurso inaugural en la Asociación Internacional de Trabajadores, en 1864, denunciaba “una política exterior en pos de planes criminales, explotando los prejuicios nacionales, derrochando en guerras piratas, la sangre y la riqueza del pueblo”. Pero esto es precisamente lo que Lenin y sus herederos practicaron en la URSS, Europa Oriental, China, Cuba, etc., desde 1917 en adelante. Numerosos tratados secretos y no secretos, guerras y proclamas, realizadas por los autodenominados países socialistas, testifican esto.

Que “la emancipación del trabajo no es una cuestión local ni nacional, sino un problema social, que abarca a todos los países en los cuales existe una sociedad moderna, dependiendo para su solución, del acuerdo, práctico y teórico, de los países más avanzados” (Reglas de la AIT) debieran ser el principio que guíe a la clase trabajadora del mundo.
(Socialist Standard, mayo

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Posesion Estatal versus Posesion Comun

Muchas personas confunden posesión y control estatal con posesión y control democrático.

El estado es un cuerpo coercitivo que limita las libertades de los seres humanos (la clase trabajadora) la cual trabaja para vivir y no posee ni controla la sociedad

El estado asegura que la posesión y el control de los medios de producción permanezcan en las manos de una minoría (los capitalistas) y que la mayoría continué produciendo las riquezas para esa minoría

El estado guía las fuerzas económicas y militares de la nación para proteger los intereses económicos de la clase capitalista de la clase trabajadora de esa nación, y de la clase capitalista de otras naciones

El estado bajo todos los intentos y propósitos funciona como una agencia de protección de la clase capitalista a la cual le sirve.

El estado también adjudica el inevitable altercado entre sectores de la clase capitalista en la nación.

La posesión estatal (expropiación estatal) es una manera de asegurar industrias y cuestiones críticas funciona en intereses para la entera clase capitalista, en vez de pequeños sectores de esa clase. La posesión estatal no trabaja para los intereses de la clase trabajadora

Socialismo significa el fin del estado. El estado no tendrá ninguna función ni propósitos para dirigir la producción para las necesidades en vez de las ganancias

Cuando el Partido Socialista habla sobre posesión común, esto significa que es posesión común de los medios de producción
En otras palabra, lo común, no posesión Estatal de los recursos naturales, y de las facilidades usadas para procesar estos recursos incluyendo las factorías, molinos, medios de transportación, tiendas, etc, etc,

Posesión común no quiere decir que alguien lo va a depravar de sus zapatos, su televisión, sus pertenencias personales y que lo van a sacar de su casa.

Socialismo no es la posesión común del consumo, las cosas que usted usa en su vida personal, sino aquellas cosas que tienen capacidad de producir para la sociedad

Posesión común significa el fin de la pobreza y el comienzo de la verdadera libertad

El socialismo sera una sociedad de producción voluntaria y la distribución de las riquezas basado en el principio de cada quien de acuerdo a su necesidad.

Cuando los partidos comunistas hablan sobre socialismo ellos se refieren a posesión Estatal, lo cual se conoce como capitalismo de estado


Ellos quieren decir que un estado benevolente ( corrido por ellos ) poseyendo todo, o todas las empresas podría poner a el capitalismo a funcionar para los intereses de la clase trabajadora



Estos intentos han sido tratados ya varias veces repetidamente y no funcionan para los intereses de la clase trabajadora, y no es socialismo, ni posesión común de los medios y los instrumentos de producción





Partido Socialista

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Nacion o Clase ?

¿Nación o Clase?
Sunday, July 27, 2008
El nacionalismo ha sido siempre uno de los grandes venenos para la clase trabajadora. Ha servido para dividir a los trabajadores entre distintos estados nacionales, no sólo de modo literal, sino ideológicamente. Hoy en día, probablemente sea justo decir que una mayoría de los trabajadores –en mayor o menor medida- se alinean a nivel doméstico con sus respectivas clases dominantes. Después de todo, la ideología del nacionalismo significa, en ultima instancia, que trabajadores y capitalistas que viven en un área geográfica particular, deben tener un interés común.

Así como en la mayoría de los mitos, hay algo de verdad en esto. Normalmente, un lenguaje común es compartido, y, de modo superficial, por lo menos, una “cultura” en común puede ser definida (por ejemplo el “British Way of Life”). Sin embargo, si uno investiga un poco más profundamente, un análisis tal no puede sostenerse. Los socialistas argumentamos que la sociedad mundial puede partirse entre dos grandes clases: capitalistas y trabajadores. Más allá de que muchos trabajadores encuentren difícil el comunicarse, y de entenderse los unos a los otros a raíz de las barreras idiomáticas o culturales, esto no altera el hecho de que todos son parte de una masa global explotada, que tiene más en común el uno con el otro, que con sus jefes nativos.

Un popular mito respecto del nacionalismo, es que él es sinónimo de fascismo. Esta es una peligrosa ilusión. El fascismo es la forma más degenerada del nacionalismo, pero cualquier clase de patriotismo, por más que sea de la más inocua, puede definirse como anti-clase obrera. Esto abarca desde el Partido Conservador hasta los Trotskystas, que se sienten obligados a defender a naciones pequeñas (por ejemplo, a Irak, en contra de poderosos como Estados Unidos.)

Todo lo cual nos lleva amablemente a la Copa del Mundo. Muchos socialistas juegan y miran fútbol, pero es una vergüenza que el nacionalismo (ya sea duro o moderado) contamine lo que debería ser un evento maravilloso. Por cierto, el “nacionalismo atlético” tiene un valor tremendo para la clase capitalista, dado que hace socialmente aceptable ser partidario de tu país. No sólo desvía la mente de los trabajadores de los problemas que los rodean, sino que permite a los políticos cosechar los frutos de cualquier factor de “sentirse bien” que surja de un buen conjunto de resultados.

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La guerra en Georgia

Friday, September 5, 2008
La guerra en Georgia parece que ha terminado. Todavía no está claro cómo se inició esta guerra . La primera gran acción militar de Georgia fue el bombardeo de Tskhinval, pero, algunos afirman que esta era una respuesta a la escalada de baja intensidad en la lucha contra las aldeas de Osetia del Sur que ha estado sucediendo durante muchos años. En cualquier caso, el ataque efectuado por el gobierno de Georgia en Osetia del Sur dio a Rusia una oportunidad de oro para perseguir sus propios objetivos bajo el disfraz de una intervención humanitaria (véase el articulo mes anterior bajo ” Material World” de la revista “Socialist Standard”).

En general, ambas partes han sobresalido en la hipocresía. Rusia como protector de los países pequeños – después de Chechenia? Los Estados Unidos como el paladín de la soberanía nacional contra la agresión extranjera – después de Iraq? Y sin embargo, siempre existen personas dispuestas a tomar en serio tales insolencias , o pretensiones.

Tres niveles

El contexto de la guerra debe ser entendida en tres niveles:

Nivel 1: la lucha dentro de Georgia por el control de territorio, librada por motivos étnicos, mini-estados (Georgia, Abjasia, Osset).

Nivel 2: el enfrentamiento entre Georgia y Rusia.

Nivel 3: la renovación como gran potencia de parte de Rusia, el enfrentamiento entre Rusia y Occidente, especialmente entre Rusia y los EE.UU.
Occidente en su propaganda insiste en el Nivel 2, considerando a Rusia como agresor y a Georgia como víctima, al mismo tiempo ocultando su propio papel en este conflicto.. Rusia insiste en hacer su propia propaganda en el Nivel 1, considerando a Georgia como el agresor, y Abjasios y Ossets como víctimas, y también en el nivel 3, considerando a los EE.UU. y sus aliados como agresores, y Rusia como la víctima de ellos.

Sólo si nos enfocamos en el Nivel 3 no podríamos entender cuales son los propósitos de esta guerra

Reclamando una esfera de influencia

Los gobernantes de las grandes potencias a menudo consideran las zonas fuera de sus fronteras immediatas como parte legitima de sus “esfera de influencia.” así, los EE.UU. consideran a Centroamérica y el Caribe como su “patio trasero”, mientras que Rusia se refiere a otras partes de la ex Unión Soviética como su ” cerca en el extranjero”. “Ellos están interesados sobre todo para evitar los vínculos militares entre potencias externas y los estados en su esfera de influencia. Recordemos la crisis de los misiles cubanos de 1962.

Después de un período de debilidad, Rusia reclama ser una gran potencia, y la vez quiere reclamar su propia esfera de influencia. En el terreno militar, los objetivos principales son prevenir Georgia y Ucrania de incorporarse a la OTAN y bloquear el despliegue del sistemas de misiles antibalísticos en Polonia y la República Checa. Además, Rusia no permitirá que Estados post-soviéticos quieran cooperar con los EE.UU. en cualquier ataque en contra de Irán.

La operación militar Rusa ha tenido éxito, manteniendo a Georgia fuera de la OTAN en el futuro previsible: se ha puesto de manifiesto los riesgos que entraña, y varios de los actuales Estados miembros de Europa no están dispuestos a tomar esos riesgos. Otra meta de Rusia – aún no ha sido logrado – y es derrocar a Saakashvili, que es justamente considerado como un cliente americano. (La “revolución de las rosas” que le llevó al poder en 2003 fue financiado por el gobierno de los EE.UU., a través de organismos como el National Endowment for Democracy.)

Clases dominante de Occidente profundamente dividida sobre el conflicto Ruso

Sería un error interpretar incluso la reacción automática y el apoyo de los medios de comunicación americanos para Georgia como un indicio inequívoco de apoyo. Los EE.UU. y sus aliados (con Israel juega un importante papel) crearon las condiciones para la guerra mediante el fomento de su aliado armando y entrenando sus fuerza militares. Sin embargo, parece que Saakashvili inició las hostilidades importantes por su propia iniciativa, sin solicitar la aprobación previa de Bush, que estaba disfrutando de los Juegos Olímpicos en ese momento. Esto, evidentemente, ha causado cierta molestia. Los EE.UU. le negó el apoyo práctico con el que contaba. Al igual que muchos ambiciosos e inexpertos políticos antes de él, se le fueron las manos

Debemos tener en cuenta que la clase dominante occidental está profundamente dividido en relación con la política hacia Rusia. Algunas fuerzas, especialmente en los EE.UU., están disgustados que Rusia ya no está subordinado a la occidental y la consideran una vez más como un adversario. Otras fuerzas tienen una opinión más realista de los cambios en el equilibrio de poder mundial, se resisten a crear demasiados enemigos y crear frentes de guerras a la vez, y quieren mantener una relación de cooperación con Rusia. Estas fuerzas son particularmente fuertes en los países de Europa Occidental que dependen del gas ruso.

No vale la pena la guerra con Rusia

La opinión predominante entre nuestros amos , afortunadamente es, que no tienen intereses en juego en Georgia para ariesgarse a una guerra con Rusia. Tienen un solo importante interés económico en Georgia, que son los gasductos que conectan el petróleo del Caspias, con el gas de Turquía en la costa mediterránea (Bakú – Ceyhan), que pasan por el sur del país. Es significativo que, aunque Rusia bombardeo numerosos y valiosos bienes en Georgia se tomó el cuidado de no bombardear esas tuberías. Tal vez en secreto se les dio garantías de que las tuberías no sería dañada.

Los gobernantes de Rusia no tienen realmente demasiado intereses económico vitales (en oposición a estratégicos ) en Georgia. Abjasia ha sido durante mucho tiempo su lugar favorito de vacaciones y todavía tiene un gran potencial turístico. La parte oeste de Georgia es una fuente tradicional de, té, tabaco, nueces y cítricos.

La responsabilidad compartida

Nuestros corazones están con los muchos miles de personas de la clase trabajadora que han soportado el peso del sufrimiento en esta guerra, como lo hacen, y lo han hecho en todas las guerras – cubriendose aterrorizados en los sótanos mientras los escombros de los edificios quemado caian encima de ellos provocandole la muerte, tediosas caminata a lo largo de las carreteras, ya cansados, con hambre, y sed producida por el calor del verano…

Sin embargo, también tenemos que decir algo que podría sonar descorazonador dadas las circunstancias. La mayoría de estas personas, que son simples trabajadores, los adults entre ellos – comparten la responsabilidad de esta difícil situación actual. debido a que fueron ellos los que les dieron apoyo y votaron a favor de los políticos que ordenaron el bombardeo, las barricadas, y el fuego de artilleria , La mayoría de ellos, al parecer, todavía están dispuestos a darle apoyo y votar por los mismos políticos. rque todavía creen que la ubicación de las fronteras nacionales importan más, infinitamente más, que sus propias vidas, o las vidas de sus hijos, ven como su enemigo a los demas trabajadores como ellos, que resultan ser de diferentes ascendencias nacionales y hablan un idioma diferente. Mientras sigan persistiendo estas ideas, las cuales han persistido por un largo periodo, es muy seguro que esta no sera la ultima guerra

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Utopia socialista, Proyecto realizable o sueno inaccesible ?

Utopía Socialista: ¿Proyecto Realizable O Sueño Inaccesible?
Sunday, May 31, 2009
El término utopía encuentra su origen en una novela de Tomás Moro, un lejano precursor inglés del socialismo. Esa obra, publicada en el año 1518, fue escrita en reacción a la miseria que reinaba en los grandes centros urbanos de Inglaterra entre los campesinos echados de sus tierras por el desarrollo de la gran propiedad agrícola y por los progresos de la naciente industria textil. Describe detalladamente la vida en una isla imaginaria e “idílica” (pero con una organización estrictamente jerarquizada, apoyada en la explotación de los esclavos para las tareas más ingratas) que ignora la existencia de la propiedad privada.

En el transcurso de los siglos que siguieron, numerosos autores se ejercitaron en imaginar “mundos mejores” entre los que Anton Francesco Doni (Mundo cuerdo, mundo loco, 1552), Tommasso Campanella (La Ciudad del Sol, 1602), Francis Beacon (La Nueva Atlántida, 1623), James Harrington (La República de Oceana, 1656), Dyonisius de Vairas d’Alais (Historia de los Sevarambos,1677), Morelly (Náufrago de las islas flotantes o Basiliada del célebre Pilpai, 1753), Etienne Cabet (Viaje y aventuras de Lord Carisdall en Icaria, 1840), Edward Bellamy (Cien años más tarde o el año 2000, 1888), William Morris (Noticias de ninguna parte, 1891), Anatole France (La sociedad comunista) no son más que algunos entre tantos otros.

A principios del siglo XIX, algunos pensadores (los franceses Claude-Henri de Saint-Simon [1760-1825], François-Marie-Charles Fourier [1772-1837] y Étienne Cabet [1788-1856], los ingleses William Godwin [1756-1836] y Robert Owen [1771-1859], el alemán Wilhelm Weitling [1808-1871] que, si bien emitían una crítica generalmente acertada del orden social de su tiempo y eran conscientes de que la felicidad de los hombres no se podía alcanzar en una sociedad en la que imperaba una implacable lucha de competencia, fueron llamados posteriormente socialistas utópicos por ser partidarios de la colaboración de clases, pues, por una parte, “no concedían a la lucha de clases sino una importancia secundaria, o, más bien, no creían en ella. Se daban perfectamente cuenta de que varias categorías sociales estaban en presencia – el Babuvismo lo había proclamado en términos precisos – pero no se imaginaban que el proletariado y la burguesía debieran ser, necesariamente, fuerzas antagónicas. Suponían, por el contrario, que estas fuerzas podrían unirse para barrer con los nuevos privilegios o con lo que quedaba de los antiguos, y para preparar una sociedad de fraternidad y de justicia.” (Paul Louis, Ideas esenciales del Socialismo, Editorial Luz, Santiago de Chile, 1933, p. 31), y, por otra parte, creían que esa “sociedad de fraternidad y de justicia” se podría alcanzar propagando la “verdad” entre todos los hombres, y haciendo un llamado a la generosidad de ricos filántropos para establecer colonias-modelos organizadas según las reglas “harmónicas” que ellos propugnaban.

Desde luego, varios intentos de colonias “comunistas”, de islas de socialismo en el mar del capitalismo, fueron llevados a cabo a lo largo del siglo XIX en Europa, pero sobre todo en América del Norte, aunque también se realizaron algunas experiencias en América del Sur. Los propios Cabet, Owen y Weitling establecieron colonias en Estados Unidos… pero, tarde o temprano, todos fracasaron, pues, por una parte, decidieron mantenerse tercamente fieles a sus proyectos originales, fomentando peleas sobre los más nimios detalles, y por otra parte, la “experiencia demuestra que allí donde los socialistas han fundado colonias comunistas basadas sobre la producción de los artesanos y de los labradores, la necesidad irresistible de llegar a la propiedad privada de los medios de producción prevalecía, tarde ó temprano, sobre el entusiasmo socialista que había creado la colonia, cuando influencias externas no contribuían á estrechar los lazos de la asociación comunista, por ejemplo, la vida de los colonos en medio de un pueblo hostil, de lengua y religión diferentes.” (Carlos Kautsky, La doctrina socialista (Respuesta a la crítica de Ed. Bernstein), Editorial Librería de Francisco Beltrán, Madrid, 1910, p. 113).

Hoy en día, se considera generalmente que una utopía es un sueño ilusorio que no toma en cuenta las presiones de la realidad. Para los que se niegan a ver más allá de sus narices, o para los que tienen un interés en la conservación del orden social actual, cualquier proyecto, susceptible de cuestionar la posición social, los privilegios y los intereses económicos de la minoría capitalista, sólo puede ser obra de soñadores, simpáticos en el mejor de los casos o peligrosos en el peor. No cabe duda de que es así cómo fueron considerados los que, antes de la toma de la Bastilla o del derrocamiento del último zar, querían acabar con la servidumbre, los privilegios feudales y la influencia de la religión, o los que, antes de la caída del Muro de Berlín, soñaban con suprimir el gulag y la dictadura del partido único. El “peligroso” Tomás Moro, recordémoslo, fue decapitado en 1535 por Enrique VIII.

Los socialistas son de esa clase de utopistas. Conscientes de que, en todo deseo de cambio, hay una parte de utopía, y convencidos de que el capitalismo no tiene por qué ser más “eterno” que el feudalismo o que las sociedades esclavistas antiguas, su utopía es el motor de su actividad, como fue el de los revolucionarios burgueses del siglo XVIII. Es la cristalización de su sueño en un futuro mejor que, así lo esperan, algún día se convertirá en realidad.

Pero, para que un día ese sueño se realice, para que el capitalismo deje de ser considerado como “el fin de la historia” y que el socialismo pierda su carácter utópico, dos condiciones son necesarias: 1° un desarrollo suficiente de las fuerzas de producción, que permita, en el momento del advenimiento de la nueva sociedad, no la repartición de la miseria sino la satisfacción de las necesidades de la población; 2° una clase social mayoritaria, consciente de su interés, enterada de su situación de subordinación a los intereses económicos y a las imposiciones de una minoría poseedora y deseosa de acabar con ellas.

Evidentemente, la primera de esas condiciones está ya realizada. Los progresos gigantescos realizados por el capitalismo mismo, el uso de máquinas cada vez más eficientes, la “revolución” informática, etc. son algunas de tantas pruebas de que los medios están ahí para erradicar los problemas que, hace algunas décadas apenas, nos parecían aún insuperables. Así, el hambre en el tercer mundo o la escasez de viviendas en los países ricos, por ejemplo, no son las consecuencias de cualquier atraso técnico o el efecto de un supuesto excedente de población, sino la de la lógica del provecho, inherente al sistema capitalista. Los informes anuales de la Organización para la alimentación y la agricultura (OAA/FAO) de las Naciones Unidas nos recuerdan con regularidad que la producción alimenticia mundial actual es ya de sobras suficiente para satisfacer la demanda mundial. En realidad, el hambre es la consecuencia de la pobreza: millones de personas mueren de hambre cada año porque no tienen los medios de comprar una comida que, por otra parte, es destruida en los países ricos para mantener la tasa de beneficio de las empresas productoras.

Lo que impide la realización del socialismo es simplemente el hecho de que la segunda condición está sólo parcialmente cumplida. Los asalariados y sus familias forman bien la inmensa mayoría de la población. Son efectivamente ellos los que llevan a cabo todas las tareas necesarias al buen funcionamiento de la sociedad, fabricando, reparando, administrando, transportando y distribuyendo todos los bienes y servicios que necesitamos. Pero, permanentemente acondicionados desde su más tierna edad por la escuela, los medios de comunicación de masa, la familia, etc., viven con la idea que le mundo actual es “natural” y “perenne”.

Sin embargo, el día en que los trabajadores asalariados tomen conciencia de sus intereses comunes y de las posibilidades que se ofrecen a ellos si pusieran término a las divisiones artificiales y a la atomización que los debilitan (y fortalecen a sus amos), el día que comprendan la necesidad de abolir un sistema – el capitalismo – que, por definición, sólo puede funcionar en beneficio de los capitalistas, ese sistema perderá su carácter “eterno” y el socialismo su aspecto utópico.

A pesar del sinfín de problemas creados por el capitalismo, ese día aún no ha llegado. Pero el fracaso de todas las reformas intentadas para “humanizar” este sistema nos induce a pensar que el utopista no es el que, conciente de ese fracaso, desea instaurar un tipo de sociedad que aún no existe (el capitalismo, después de todo, no siempre ha existido), sino el que sueña con reformar, en el interés general, un sistema que, por su organización misma (apropiación por la minoría capitalista de los medios de existencia de la sociedad, producción de las riquezas sociales en el provecho exclusivo de esa minoría poseedora, defensa de esa propiedad por la ley y la fuerza del Estado), sólo puede funcionar en el interés de esa minoría.

El despotismo empresarial, el desempleo para unos, la precariedad y el chantaje al paro para otros, el estrés y la inseguridad en los países ricos, las guerras y el hambre en los demás no son males que se puedan resolver escogiendo a los dirigentes políticos “apropiados” o votando la ley “adecuada”. No hay gobiernos o leyes capaces de acabar con el paro, la pobreza, la desigualdad, la delincuencia, el hambre o la guerra, pues estos problemas existen desde que el capitalismo existe y nunca han encontrado solución, son males inherentes a este sistema.

Los socialistas parten de la observación de las taras de la sociedad actual, del análisis de sus características y de las causas de sus disfunciones para, conscientes de la imposibilidad práctica de terminar con ellos en el marco del sistema capitalista, proponer otro tipo de organización económica y social. Ese proyecto de sociedad no es una utopía en el sentido de que sería un modelo preconcebido o un puzzle en el que cada pieza tendría un lugar predeterminado. Esto sería contrario a la naturaleza democrática del socialismo. Ese proyecto es una utopía en la medida en que jamás ha existido (tanto como la democracia lo fue para los revolucionarios burgueses del siglo XVIII), pero es una utopía que deseamos establecer a partir de las posibilidades que nos ofrece la sociedad actual. Es un sueño que una minoría, por interés, y una mayoría, por ignorancia, nos impiden realizar… pero que un día, porque obramos contra esa ignorancia, pero sobre todo, porque esa utopía es la única solución a los problemas de la sociedad actual, todos juntos instauraremos.

El marxismo en contraste con el leninismo

La teoría de Marx de la revolución socialista se basa en el principio fundamental de que “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma”. Marx sostuvo este punto de vista durante todos sus cuarenta años de actividad política socialista, y distinguió su teoría tanto de las que invocaban a los príncipes, a los gobernantes o a los empresarios industriales para que cambiaran el mundo en beneficio de la clase obrera (al estilo de Roberto Owen y Saint Simon), como de los que confiaban en la acción determinante de la minoría ilustrada de los revolucionarios profesionales para liberar a la clase obrera (como Buonarotti, Blanqui y Weitling).
Auto emancipación consciente

Marx vio que la posición social misma de la clase obrera era la de la clase que produce la riqueza, es explotada, nada posee y se ve forzada a luchar en contra de las condiciones capitalistas de existencia. Puede decirse que este “movimiento” de la clase obrera es implícitamente socialista ya que a final de cuentas se refiere a quién debe tener el control de los medios de producción: si la minoría capitalista o la clase obrera (es decir, la sociedad en su conjunto). Al principio, creía Marx, el movimiento de la clase obrera sería inconsciente y desorganizado, pero, con el tiempo, a medida que los obreros fueran ganando experiencia en la lucha de clases y el funcionamiento del capitalismo, se iría volviendo cada vez más conscientemente socialista y organizado democráticamente por los propios obreros.

Esa comprensión del socialismo que obtendrían los trabajadores a partir de la experiencia podría calificarse de “espontánea” en el sentido de que no requeriría de la intervención de personas ajenas a la clase obrera para que tuviera lugar (lo que no significa que los no obreros no podrían tomar parte en este proceso sino que su participación no es esencial ni decisiva). La propaganda y la agitación socialista sí serían necesarias pero tendrían que ser realizadas por los propios obreros cuyas ideas socialistas de habrían derivado de una interpretación de experiencia de clase dentro del capitalismo. El resultado final sería un movimiento independiente de la clase obrera de mentalidad socialista y organización democrática, dirigido a ganar el control del poder político con objeto de abolir el capitalismo. Como Marx y Engels lo expresaron el Manifiesto comunista, “el movimiento proletario es movimiento con consciencia de sí mismo e independiente de la inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría”.

Tal fue la concepción que Marx tuvo del “partido de los trabajadores”. Él no vio el partido de la clase obrera como una élite, autonombrada, de revolucionarios profesionales, como hicieron los Blanquistas, sino como el movimiento democrático en masa de la clase obrera con el propósito de establecer el socialismo, la propiedad común y el control democrático de los medios de producción.
El punto de vista opuesto de Lenin

El descrito en el párrafo anterior fue el punto de vista de Marx pero no el de Lenin. Este, en su folleto Qué hace, escrito en 1901-2, declaró:

La historia de todos los países muestra que la clase obrera, exclusivamente por sus propios medios, es capaz de adquirir sólo consciencia sindical, es decir, la convicción de que es necesario unificarse en sindicatos, combatir a los patrones y luchar por que el gobierno apruebe la legislación laboral necesaria, etc. La teoría del socialismo, sin embargo, nació de teorías filosóficas, históricas y económicas elaboradas por los representantes de las clases adineradas, los intelectuales (Foreign Languages Publishing House edition, Moscú, pp. 50-51).

La consciencia política de clase sólo puede llevarse a los obreros desde fuera de la lucha económica (sin la lucha económica), desde fuera de la esfera de relaciones entre los trabajadores y sus patrones (cursivas de Lenin, p. 133).

El movimiento espontáneo de la clase obrera por sí solo es incapaz de crear algo más que el sindicalismo (al que inevitablemente crea), y los políticos sindicalistas de la clase obrera son precisamente los políticos burgueses de la clase obrera (pp. 159-60).

Lenin desarrolló el argumento de que la gente que tendría que llevar la “conciencia socialista” a la clase obrera “desde fuera” serían los “revolucionarios profesionales”, que saldrían principalmente de las filas de la intelligentsia de la burguesía. De hecho, argumentó que el Partido Social-Demócrata Ruso debería ser una “organización de revolucionarios profesionales”, que fueran la vanguardia de la clase obrera. La tarea de este partido de vanguardia que estaría compuesto de revolucionarios profesionales bajo estricto control central sería la de “ponerse a la cabeza” de la clase obrera, ofreciéndoles consignas que le sirvieran de guía y por las cuales luchara. Es la antítesis misma de la teoría de Marx de la auto emancipación de la clase obrera.
El golpe bolchevique

La implicación de la teoría de Marx de la auto emancipación de la clase obrera es que la inmensa mayoría de la dicha clase obrera debe empeñarse conscientemente en la revolución socialista contra el capitalismo. “El movimiento proletario es el movimiento independiente y consciente de sí mismo de la inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría”.

El golpe bolchevique de noviembre de 1917, realizado con el pretexto de proteger los derechos del Congreso de los Soviets, no gozó del apoyo de la mayoría consciente, al menos no del socialismo, aunque su consigna de “Paz, pan y tierra” fue de gran popularidad. Por ejemplo, las elecciones para la Asamblea constituyente, realizada después del golpe bolchevique y así bajo el gobierno bolchevique, les dio sólo el 25 por ciento de los votos.

John Reed, periodistas norteamericano simpatizante de los bolcheviques, cuyo famoso relato del golpe bolchevique, Diez días que conmovieron el mundo, fue elogiado en un prólogo por Lenin, cita a este al replicar a esta clase de crítica en un discurso pronunciado ante el Congreso de los Soviets Campesinos, del 27 de noviembre de 1917.

Si el Socialismo puede realizarse sólo cuando el desarrollo intelectual de todo el pueblo lo permite, entonces, entonces no veremos el Socialismo cuando menos durante los próximos quinientos años… El partido político Socialista—es decir, la vanguardia de la clase obrera—no debe permitirse el ser detenido por la falta de educación del promedio de la masa, sino que debe encabezar a las masas, usando los Soviets como órganos de la iniciativa revolucionaria…” (cursivas y omisiones de Reed, Modern Library edition, 1960, p. 15).

Compárese lo anterior con un pasaje del comunista utópico Weitling: “desear esperar… hasta que todos estén ilustrados convenientemente ¡sería abandonarlo todo! No se trata, naturalmente, de que “todos” los trabajadores tengan que ser socialistas antes de que haya Socialismo. Marx, al rechazar la idea de que el Socialismo podría ser establecido por una minoría ilustrada, sólo estaba diciendo que una mayoría suficiente de obreros tendría que ser socialista.
La herencia de Lenin

Habiendo tomado el poder antes de que la clase obrera (y, aun menos, el 80 por ciento de la mayoría campesina de la población) estuviera preparada para el Socialismo, todo lo que el gobierno socialista pudo hacer, como Lenin lo admitió francamente, fue establecer el capitalismo de estado en Rusia. Eso fue lo que hicieron, al mismo tiempo que imponían su propia dictadura a la clase obrera.

Del desdén por las capacidades intelectuales de la clase obrera nació la afirmación de que el partido de vanguardia debería gobernar en representación de la dicha clase obrera, incluso en contra de la voluntad de ésta. La teoría de Lenin del partido de vanguardia se llegó a venerar como un principio de gobierno (“el papel conductor del Partido”) que sirvió para justificar lo que resultó la dictadura política más prolongada de la historia.

Sigue pendiente la emancipación de la clase obrera por sí misma, que es por lo que abogó Marx.

(Marzo de 1990

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Friday, May 8, 2009

Martov: Social Democrata Ruso

Martov: social-demócrata ruso

En el Partido Socialista de la Gran Bretaña se recuerda a Martov principalmente por su folleto El estado y la revolución socialista, en que hace una lúcida demolición de El estado y la Revolución de Lenin. El estudio de Israel Getzler (Martov: a political biography of a Russian social democrat [Martov: biografía política de un social-democráta ruso], Cambridge University Press, 70s) es la primera biografía que se publica de este líder de de los mencheviques. Si bien tiene varios defectos—de los cuales el menor no es el irritante nacionalismo judío del autor—, es sin embargo mejor que nada.

Al medir la contribución de Martov al movimiento de la clase obrera, es conveniente compararlo con Lenin, el líder de la fracción bolchevique del Partido Social-Democráta del Trabajo, ruso. La escisión menchevique-bolchevique de 1903 tuvo como centro principal las diferentes concepciones de cómo se debía organizar un partido demócrata-social. Lenin, con su actitud jacobina, deseaba (como Rosa Luxemburgo) “la ciega subordinación de todas las organizaciones del partido y su actividad, hasta el último detalle, a una autoridad central que piensa y actúa sola, y decide por todos”. Martov, por otro lado, estaba a favor de una organización que a grandes rasgos tomaba como modelo el PSD alemán. Esta no fue una controversia entre los socialistas—ya que ambos bandos aceptaban la necesidad de líderes y ambos eran oportunistas, dispuestos a aliarse con los antisocialistas, y tener su apoyo, si ello parecía políticamente viable.

Lenin y Martov se opusieron a la Primera Guerra Mundial, cierto; pero su posición ante el militarismo no fue consecuente con el socialismo. Así, pues, en la carta al Comité Central de los Bolcheviques, del 26-27 de septiembre de 1917, Lenin dice que “Sólo nuestro partido, habiendo cosechado una victoria en un levantamiento, puede salvar a Petrogrado, ya que si es rechazada nuestra oferta de paz, y no obtenemos ni siquiera una tregua, entonces nos volveremos “defensistas”, colocándonos a la cabeza de los partidos de la guerra, seremos el partido más ‘beligerante’, y emprenderemos una guerra de un modo verdaderamente revolucionario.” [Subrayado de Lenin.] De modo similar Martov denunció la paz de Brest-Litovsk, pidiendo “un llamado a filas por toda la nación”, y en un discurso ante la sesión combinada del Comité Ejecutivo de los Soviets, el Soviet de Moscú y los sindicatos, el 5 de mayo de 1920, se comprometió a que su partido diera apoyo a la guerra contra Polonia—aunque él deseaba una ‘guerra defensiva’.

Martov, sin embargo, habló por sí mismo cuando los bolcheviques se apoderaron del control del Estado. Como a los mencheviques no se les permitió compartir nada del poder político ya no tuvo mucha oportunidad de dilapidar su talento en problemas reformistas. Lejos de eso, pudo emplear sus conocimientos marxistas para perseverar en los esfuerzos de los bolcheviques por convencer a la clase obrera de que estaban construyendo un sistema Socialista en el imperio ruso. Cuando Lenin sugirió ‘el socialismo en un sólo país’:

“si para la construcción del socialismo se requiere de cierto nivel cultural… por qué no se nos debe permitir a nosotros empezar por llevar por medios revolucionarios las precondiciones a ese cierto nivel, y luego más adelante, con base en el poder del Estado de los obreros y campesinos y el orden soviético, dar un paso adelante y alcanzar a las demás naciones (occidentales)”.

Martov fue capaz de regresarle a Lenin sus propias palabras, escritas en 1905:

“Declaramos que es un agent provocateur que lucha por utilizar el poder del estado para realización del socialismo en la Rusia atrasada.”

Del mismo modo, cuando impusieron la pena de muerte, recordó a los bolcheviques su antigua posición: cómo ellos habían votado a favor de una resolución en contra de la ejecución en Congreso de la Internacional de Copenhague en 1910 y habían protestado en contra de la reintroducción de la pena de muerte en julio de 1917. Él acusó a Lunacharsky:

Tú, A. V. Lunacharsky, tu que gustabas de ponerte frente a los trabajadores para describirles con palabras resonantes la grandeza de las enseñanzas socialistas; tú, que levantaste los ojos al cielo, exaltaste la hermandad de los hombres en la construcción del socialismo; tú, que denunciaste la hipocresía de una religión cristiana que permitía el homicidio; tú, que predicaste la religión del socialismo proletario: tú eres tres veces mentiroso, tres veces fariseo, cuando, en una pausa de tu embriaguez con frases baratas, ¡te volviste cómplice de Lenin y Trotsky, en la organización del asesinato, con o sin juicio previo!

Pero, a diferencia de la gran mayoría de los críticos de la Unión Soviética, Martov no se limitó a atacar los rasgos desagradables del régimen bolchevique—como el aplastamiento de la democracia y el uso del terror. Si bien reconoció que la revolución rusa era progresista históricamente, también reconoció su naturaleza capitalista, a pesar del idealismo de Lenin y sus coligados. Se dio cuenta de que los alaridos de los bolcheviques por la revolución mundial pronto daría paso a una pasión más ferviente por normalizar sus relaciones con el resto del mundo capitalista en cuanto emprendieran la tarea a que se enfrenta cualquier estado capitalista joven: el doble proceso de la industrialización y forzar al campesinado a convertirse en una masa asalariada. Tampoco cayó en la trampa de criticar la falta de democracia en Rusia partiendo de bases puramente éticas o morales. En lugar de ello, hizo contrastar la torpe y arbitraria represión dentro de la Unión Soviética con la afirmación de los bolcheviques de que estaban avanzando hacia el socialismo. Señaló que éste era un concepto primitivo que había sido popular entre los socialistas utópicos del siglo XIX. El elitismo de Babeuf, Witling, Cabet, Blanqui fue resumido por Charles Naine:

“La minoría que posee el conocimiento de la verdad del socialismo científico tiene el derecho de imponerlo a la masa… Posteriormente, es decir, después de que el orden social ha sido trastornado enteramente por los dictadores socialistas, la libertad y la democracia serán reconstituidas”.

Martow adujo contra esto el argumento marxista. El socialismo, razonó, sólo puede ser alcanzado por una clase obrera con conciencia política. Es la experiencia de los trabajadores bajo el capitalismo lo que los impulsa a entender la necesidad del Socialismo y este proceso es incrementado por el grado de democracia que hayan ganado por sí mismos. El poder dictatorial esgrimido por una minoría de vanguardia, no importa lo sincero de sus intenciones, nunca podrá servir de sustituto. De ese modo los trabajadores siguen siendo una clase sometida y los dictadores, habiendo paladeado el poder, consolidan su propio dominio.

Este es el valor de Martov para la teoría socialista. A pesar de sus amargas críticas a los bolcheviques, siguió sin tener una opción real que ofrecer—de ninguna manera en términos revolucionarios, sin compromisos, como los del Partido Socialista. Pero como otros social-demócratas—Plejánov, Kautsky, Luxemburgo—, a pesar de todos sus errores, hizo una contribución al cuerpo general de la teoría marxista. A su lado, Lenin es una pálida sombra.

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Wednesday, May 6, 2009

De nuevo es tiempo de elecciones

De nuevo es tiempo de elecciones

Cada cierto número de años los políticos profesionales compiten por ganar el voto de usted y a la par ganar para sí mismos una posición acomodada, esta vez en Parlamento Europeo. Todos los partidos y candidatos (con la excepción de los extraordinariamente raros candidatos del Partido Socialista) ofrecen sólo cambios secundarios al sistema presente. Tal es la razón de gane el candidato o partido que gane no haya cambios importantes en la forma en son las cosas. Hacen promesas que no cumplen, se definen metas a las que nunca se llega, se seleccionan y tuercen las estadísticas.

Todos los políticos suponen que al capitalismo es a lo único que se puede jugar, aunque quizá critiquen los rasgos de cara su inaceptable, como los banqueros codiciosos, o el peor de sus excesos, como las guerras imposibles de ganar. Defienden la sociedad en que nosotros, la mayoría de la población, debemos vender nuestra capacidad de trabajar a la ínfima mayoría de quienes detentan la mayor parte de la riqueza. Defienden una sociedad en que se ofrecen los trabajos sólo si van a reportar una ganancia.

El socialismo real

El Partido Socialista lucha con vehemencia por una sociedad de verdad democrática, en que la gente tome todas las decisiones que la afectan. Esto significa una sociedad sin ricos ni pobres, sin propietarios ni trabajadores, sin gobernantes ni gobernados, una sociedad sin líderes ni liderados.

En una sociedad así la gente cooperaría para utilizar todos los recursos naturales e industriales en su propio interés. La gente liberaría la producción de las restricciones artificiales del lucro y establecería un sistema social en que cada persona tuviera acceso gratuito a los beneficios de la civilización. En consecuencia, con la sociedad socialista terminaría el comprar, el vender y el intercambiar, y con ella también dejarían de existir las fronteras, y la violencia y la coerción organizadas, el desperdicio, las carencias y las guerras.

Qué puede usted hacer

Puede usted votar por candidatos que trabajarán dentro del sistema capitalista y procurarán que siga funcionando. O puede usted emplear su voto para demostrar que quiere derrumbarlo y ponerle fin a los problemas que causa de una vez por todas.

Cuando un número suficientemente grande de nosotros nos unamos, resueltos a terminar con la desigualdad y las privaciones, podremos transformar las elecciones en medio de acabar con una sociedad gobernada por una minoría y de declararnos a favor de una sociedad de democracia real e igualdad social.

Si está usted de acuerdo con una sociedad de propiedad común y democrática en la cual nadie se quede atrás y las cosas se produzcan porque son necesarias, y no para que la empresa capitalista las venda con ganancia, y esté usted dispuesto a unirse a nosotros para lograrlo, entonces vote por eso, ya que no estamos en este distrito electoral, escribiendo “SOCIALISMO MUNDIAL” en su papeleta de voto.

Objeto:

El establecimiento de un sistema de sociedad basada en la propiedad común y en el control democrático de los medios de producción y distribución de la riqueza por la comunidad entera y en interés de la misma.

LA COOPERACION ADQUIERE SENTIDO

¿Es usted un embaucador? ¿Es usted tramposo? ¿Es usted rencoroso? Para el biólogo Richard Dawkins, autor de The Selfish Gene [El gene egoísta] (1978), tales preguntas dan en el blanco de un tema de gran importancia: ¿cuál es la estrategia conductual más eficaz para asegurar la supervivencia desde el punto de vista evolutivo?

Por el título de su libro, parece ser que, para Dawkins, ya de antemano era válida la conclusión de que la selección natural tendería a favorecer, por encima de todo, el comportamiento abusivo y despiadadamente competitivo. Como él mismo lo dijo:

La visión del gen egoísta se infiere de los supuestos aceptados del neodarwinismo. Es fácil de mal interpretar pero, en cuanto se le entiende, es difícil dudar de su verdad fundamental. La mayoría de los organismos que han vivido no lograron convertirse en ancestros de otros. Nosotros los que existimos somos, sin excepción, descendientes de esa minoría dentro de la cual cada generación logró convertirse en antecesora de la siguiente. Como todos los animales, nosotros heredamos genes de nuestros ancestros, pues no podríamos heredarlos de los que no lograron convertirse en tales. Tendemos, por tanto, a poseer las cualidades que los hicieron tener éxito en convertirse en ancestros y no las cualidades de los que fracasaron en tal proceso. Las cualidades de los que lo lograron son, por ejemplo, la ligereza al correr, la agudeza visual, la perfección de su camuflaje, y—parece que no hay modo de escapar de éste—el egoísmo inmisericorde. Los tipos simpáticos no llegaron a ser ancestros nuestros. Por eso los organismos vivientes no heredan las cualidades de los tipos sociables (The Listener, 17 de abril de 1986).

Sin embargo, Dawkins recurre a lo que sea para disociarse de las consecuencias más bien pesimistas de su punto de vista para la sociedad. Es interesante notar que en el programa de televisión Horizon (en el cual se basa el artículo citado) llamado “Los tipos simpáticos terminan primero” él relató cómo, después de la publicación de su libro, fue halagado por personas de la extrema derecha, que vieron en su libro una apología a su creencia en un sistema de competencia desalmada. Y, a la inversa, fue atacado por la izquierda, y uno de sus críticos llegó al extremo de sugerir que el efecto de El gene egoísta fue en parte culpable de la elección posterior de Margaret Thatcher como primera ministra del Reino Unido.

Pero Dawkins insiste en que ambos lado mal interpretan su argumento. Paradójicamente, la búsqueda del interés propio no es necesariamente incompatible con ser “amable”—o sea, “cooperativo”. Tal es la razón de que sea referido en los círculos sociobiológicos como “altruismo recíproco”. Como el altruismo implica el sacrificio genuino de los intereses propios, es difícil ver cómo esto concordaría con la idea trasmitida por el término “altruismo recíproco”, que si tu me rascas la espalda yo rascaré la tuya y como resultado ambos saldremos beneficiados. Sería más exacto llamarle a este fenómeno “interés propio ilustrado” pues no interviene aquí el “sacrificio”.

Sin embargo, para demostrar cómo podría transcurrir el proceso que sugiere, Dawkins remite a la teoría de juegos—en particular al juego llamado “Dilema del prisionero”:

In la versión más simple de este juego, dos jugadores tienen que escoger, cada cual por su parte, entre dos opciones: Cooperar o Desertar (de aquí en adelante C y D). A diferencia del ajedrez o el ping-pong, los jugadores no juegan alternada sino simultáneamente, cada uno de ellos sin saber la jugada del otro. Si usted y yo jugamos C obtenemos más (digamos $3), que si ambos jugamos D (digamos $2). Si uno de nosotros juega C y al mismo tiempo el otro juega D, este último obtiene la puntuación más alta posible (digamos $4) y el que juega C obtiene la paga del bobo (digamos $1). Así, desde mi punto de vista, el mejor resultado es que yo juegue D y usted juegue C. Pero si yo calculo esto, y consiguientemente juego D, para usted será igualmente posible hacer el mismo cálculo y jugar D. En este caso los dos obtenemos sólo el pago bajo. Con sólo que ambos jugáramos C, los dos ganaríamos el pago relativamente alto de $3. Pero, pero si yo calculo esto y juego C a usted aún puede irle mejor jugando D. Por tanto, el jugador racional siempre jugará D y siempre obtendrán el pago bajo de $2. Pero—y aquí esta la paradoja y el desquiciante dilema—cada jugador racional sabe simultáneamente que, si sólo él y su oponente pudieran arreglárselas de algún modo para hacer un contrato obligatorio de jugar C, a ambos les iría mejor (Ibíd.).

Aquí Dawkins da un ejemplo del modo como esta situación podría presentarse en la vida real. Tómese un grupo de amigos a los cuales les guste comer en restaurante y divídase por partes iguales entre ellos el costo de la comida. Siempre existirá en alguno de ellos la tentación de ordenar algo más que los otros, sabiendo que el costo extra será compartido por todos. A la inversa, cualquiera de ellos se dará cuenta de que si él no ordena tanto como los demás estará subsidiando a sus amigos. Por tanto, habrá en cada uno de ellos una tendencia interiorizada a ordenar tanto como se atrevan los demás

Lo peor que puede ocurrir en tal situación es que alguno de ellos se beneficiará a expensas de los demás y quizá como consecuencia los demás se enemisten con él. Sea como sea, habrá tanto ganadores como perdedores. Pero es posible imaginar una situación—incluso sacando ejemplos de la vida real como la destrucción de la industria del arenque por la pesca desmesurada en la primera parte de este siglo—en que esta misma lógica de la competencia puede dar por resultado que todos pierdan.

En tal situación, nadie trata de que como consecuencia de que cada uno ellos compita contra todos los demás todos acaben perdiendo. Están obligados, sin embargo, y aun con pleno conocimiento del destino que les aguarda, a continuar con las acciones mismas que harán realidad ese destino.

Esta situación la describió el biólogo norteamericano Garrett Hardin como “The Tragedy of the Commons” [La tragedia de los pastos comunales] (Science vol 162, 13 de diciembre de 1968). Según él:

La tragedia de los pastos comunales se desarrolla de esta manera. Describe un pastizal absolutamente público. Es de esperarse que cada pastor trate de alimentar del pastizal común tanto ganado como sea posible. Tal arreglo puede funcionar de modo razonablemente satisfactorio por siglos siempre y cuando las guerras tribales, la caza furtiva y las enfermedades mantengan las poblaciones de los hombres y su ganado por debajo de la capacidad de sustento de la tierra. Por último, sin embargo, llega el día de ajuste de cuentas, esto es, el día en que se vuelve realidad la meta de la estabilidad social. En este punto, la lógica inherente a los pastizales comunes inexorablemente produce la tragedia.

Como ser racional, cada pastor persigue maximizar su ganancia. Explícita o implícitamente, más o menos conscientemente, se pregunta “¿Cuál es para mí la utilidad de agregar un animal más a mi rebaño?” Esta utilidad tiene un componente negativo y otro positivo.

1. El componente positivo es una función del incremento de un animal. Como el pastor recibe todas las ganancias de la venta del animal añadido, la utilidad positiva se aproxima a +1.
2. El componente negativo es una función de la disminución excesiva del pasto ocasionada por un animal más que de él se alimenta. Pero como los efectos del pastar excesivo los comparten todos los pastores, entonces la utilidad negativa para cualquier pastor que tome la decisión en particular es sólo una fracción de -1.

Sumando las utilidades parciales componentes, el pastor racional llega a la conclusión de que el único curso de acción inteligente para él es agregar un animal más a su rebaño. Y otro; y otro… Pero esta es la conclusión a la que llega cada uno de los pastores raciones que comparte el pastizal público. De ahí la tragedia. Cada hombre está encadenado a un sistema que lo obliga a incrementar sin límite su rebaño—en un mundo que es limitado, finito. Todos los hombres marchan hacia la ruina, pues cada uno de ellos persigue el beneficio máximo en una sociedad que cree en la libertad de los pastos comunales. La libertad prevaleciente en los pastizales comunales trae consigo la ruina de todos.

La solución que da Hardin a esta tragedia de los pastos comunales es la “coerción mutua”. Un llamado a la consciencia, razona, será completamente inútil. La coerción mutua puede ponerse en práctica, por así decirlo, cercando el pastizal público e instituyendo un sistema de propiedad privada que impondrá un sentido de responsabilidad entre los pastores en cuanto al número conveniente de cabezas de ganado que su tierra pueda sostener sin caer en el pastoreo destructivo. Como no pueden extralimitarse en la tierra que es propiedad de otros pastores, las consecuencias de tener rebaños demasiado grandes las sufrirán sólo ellos. Este conocimiento los disuadirá de inmediato de actuar irresponsablemente.

Aquí el problema es que Hardin obviamente está agarrando el rábano por las hojas. No es la “lógica inherente a los pastizales comunales” lo que “inexorablemente provoca la tragedia”. Los “pastizales comunales” simplemente constituyen el escenario en que se desarrolla la tragedia. No contienen en sí la causa de la propia tragedia—esto es, el pastar destructivo de rebaños desmedidamente grandes.

La causa está en otra parte: en el dinamismo de la competencia que impulsa a cada pastor a incrementar su número de cabezas de ganado más allá de la capacidad de sustento del pastizal, cuyo propio sustento depende del número de cabezas de ganado de que disponga. Si el ganado, igual que el terreno, hubiera sido propiedad comunal de los pastores, entonces habría sido posible tomar una decisión racional sobre el total de cabezas de ganado que mantener. En ese caso, el sustento de cada pastor habría dependido directamente de su bienestar colectivo, que a su vez se habría apoyado en una proporción óptima de cabezas de ganado a superficie de pastizal. Como fue, cada pastor se vio obligado a tomar la que era la única decisión racional que se le podía ocurrir en un marco de toma de decisiones irracional y entonces sobrevinieron las consecuencias trágicas. Adam Smith, en La riqueza de las naciones, dijo que el individuo que “busca sólo su propia ganancia” es “conducido por una mano invisible a fomentar el interés público”.

“De modo inverso”, dice Hardin, “la tragedia de los pastos comunales reaparece en los problemas de contaminación. Aquí no es asunto de tomar algo del pastizal público sino de poner algo en él”. Igual que en el caso del pastor, el dueño de una fábrica estará “circunscrito a un sistema” que asegurará que los pastizales comunales sean tratados como pozo negro en el cual se viertan los productos de desecho. El dueño verá que será redituable evitar los costos de hacer inocuos los contaminantes y optará por sencillamente arrojarlos al medio porque el ahorro que esto representa excede con mucho el costo ambiental que la fábrica ***tenga que soportar aunque otros lo soporten también***. En interés del yo racional demandará, por tanto, la contaminación.

Apegándonos a la sugerencia de Hardin, supongamos que los pastos comunales han sido cercados. En teoría, esto significaría que cualquiera podría impedir que su vecino contaminara su tierra del mismo modo que los pastores podrían impedir que el ganado del vecino se metiera en su tierra. Quienquiera que decidiera no purificar sus desechos contaminantes sería obligado a contenerlos dentro de su propia propiedad y soportar los costos implicados por tal contaminación. Pero lo que suena bien en la teoría resultará imposible de llevar a la práctica porque lo que queremos decir con los “pastos comunales” abarca no sólo la tierra sino el aire y el agua que nos rodean, y éstos, como Hardin admite, “no se pueden cercar”.

Con un ejemplo sencillo aclararemos el asunto. Supongamos que mi vecino decidió construir una fábrica junto al río y bombea hacia éste los efluentes contaminantes que resultan del funcionamiento de aquélla. Supongamos que me gusta pescar pero ahora que han muerto envenenados todos los peces ya no puedo practicar mi afición. ¿Qué puedo hacer entonces? Desde luego podría comprar el derecho de propiedad de esa porción del río que pasa por la parte trasera de mi casa pero mi vecino, que está aguas arriba con respecto a mí, podría hacer lo mismo y defender plausiblemente su derecho a usar su porción del río como le venga en gana. Claro está que las consecuencias de la decisión de mi vecino de ubicar su fábrica en su propiedad no necesita confinarse a esto. Su impacto visual sobre el vecindario depreciaría el valor de las propiedades residenciales de la zona. El ruido constante dificultaría mi sueño. Los camiones en que estuviera llegando la materia prima para ser procesada podrían congestionar las carreteras haciendo de nuestros viajes al trabajo verdaderas odiseas.

Si yo le concediera a mi vecino el derecho absoluto a disponer de su propiedad como él lo prefiriera, sería contradictorio que me quejara de las consecuencias. Si, por otro lado, buscara yo restringir las formas en que mi vecino podría usar su propiedad, entonces estaría yo asegurando la necesidad de seguir usando los metafóricos “pastos comunales” como una entidad en uno u otro aspecto: la tranquilidad del barrio o el derecho a pescar en un río no contaminado. No podemos vivir dentro de un capullo. Aun el propio capitalismo, la forma de sociedad más competitiva y atomizada que ha llegado a existir, no puede permitirse hacer concesión alguna a este hecho sombrío.

Vemos esto en la forma en que el pensamiento consuetudinario ataca el problema de la contaminación. El propio Hardin señala que mientras que “nuestro particular concepto de propiedad privada nos disuade de agotar los recursos positivos de la tierra” en realidad “favorece la contaminación”. La solución que él y muchos otros sugieren es la intervención directa del estado que debe promulgar leyes para moderar los excesos de competencia cometidos por ciudadanos privados. Al parecer no bastará con la “coerción mutua”.

La debilidad de este enfoque es doble. No llega a la raíz del problema—en la ventaja competitiva que se gana reduciendo los costos al mínimo—, en este caso, los costos de purificar y eliminar los desechos contaminantes de un modo ecológicamente aceptable—cosa que no hacen las empresas capitalistas. Tontamente supone que el estado es una institución más o menos autónoma por encima de la sociedad y que hace leyes que protejen los intereses de la comunidad. Pero la verdad es que el estado es una institución de clase, financiada por los impuestos cobrados a las mismas empresas cuyas actividades se supone que regula. La legislación es asunto de equilibrar con precisión las pérdidas y las ganancias que acopian los capitalistas mismos. Un enfoque demasiado indulgente sería inaceptable políticamente y en exceso ruinoso para la salud de los obreros que crean los beneficios para los negocios que los emplean. Un enfoque demasiado punitivo, por otro lado, disminuiría los márgenes de ganancia e impulsaría la inversión en otras partes del mundo en donde la reglamentación fuera más laxa. Y todo el tiempo, la línea divisoria entre lo que es aceptable y lo que no lo es estará cambiando a tenor de los propios cambios del clima económico: cuanto más en apuros se encuentren los negocios, tanto más indulgentes se volverán las leyes.

Esto nos hace retornar a Richard Dawkins. ¿Cuál piensa él que es el camino hacia adelante? Los politólogos tienden a ver mucho la vida como un Dilema del Prisionero. Muchos argumentarían que por consiguiente necesitamos tener alguna autoridad que nos quite de las manos muchas decisiones más o menos a la manera como supuestamente el estado niega a la empresa capitalista la opción de arrojar sus desechos tóxicos al medio declarándola ilegal. Pero como hemos visto las cosas no ocurren de tal manera. El estado también se encuentra entrampado en el marco irracional que es la competencia capitalista.

Dawkins le concedería más importancia a la Ley de la selva que a la Ley del Estado como modelo para alentar el comportamiento colaborativo. Sugiriendo que tenemos mucho que aprender del mundo animal que nos rodea, da el ejemplo de las gaviotas que necesitan espulgarse a sí mismas para eliminar las garrapatas que las parasitan. Todo va bien hasta que necesitan espulgarse la cabeza, lo cual entonces requiere de la cooperación de otra gaviota. Las gaviotas que engañaran a otras gaviotas pronto empujarían a las tramposas a la extinción. Pero engañarse ellas mismas terminaría por acarrearles lo mismo que a las tramposas pues no quedarían gaviotas dispuestas a espulgarlas.

¿Qué implicaciones tiene esto para la sociedad? Dawkins argumenta que vemos pruebas de una represalia equivalente que se desarrolló en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Los soldados deliberadamente disparaban por encima de las cabezas de sus “enemigos” para indicarles su deseo de cooperar en minimizar el daño que mutuamente podían infligirse. Sus presuntos enemigos accederían disparando de la misma manera. A tal grado se extendió esta “enfermedad de la paz”, que a los dos años los generales se vieron forzados a reescribir completamente sus planes de batalla volviendo a las tácticas de sorpresa que sirvieron para destruir la confianza sobreentendida que se había formado entre ambos bandos.

Si bien las ideas que ofrece la teoría de juegos son valiosas, su posible aplicación a la clase de sociedad en que hoy vivimos—como los ejemplos anteriores esclarecen—es limitada. Vivimos en un mundo en que los medios de vida están monopolizados por una ínfima minoría. Del mismo modo que la estructura jerárquica de un ejército confiere a un general el poder de mandar a sus tropas, así también la sociedad capitalista sólo puede funcionar para favorecer los intereses de la minoría capitalista. Pero la gran mayoría de la población, la gente que trabaja, cuyos intereses son contrariados de continuo por los dictados del capital, no puede hacer mucho por compensar el equilibrio dentro de un sistema que nos exige prostituir nuestras capacidades de trabajo para la explotación capitalista.

La cooperación real sólo puede florecer sobre los cimientos de la igualdad social. Hasta entonces, al menos para la gran mayoría, seguimos siendo ingenuos con buenas razones para abrigar resentimientos.

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Thursday, March 19, 2009

Breve historia del Partido Socialista Mundial de Estados Unidos [WSPUS]

Breve historia hasta que los artículos que más profundizan estén terminados

La mayoría de los fundadores del PSMEU ( WSPUS ) fueron obreros de las fábricas de automóviles y miembros del Partido Socialista de América (PSA). Otros fueron miembros del Partido Socialista de Canadá (PSC) o del Partido Socialista de la Gran Bretaña (PSGB), quienes habían dejado sus lugares de origen para evitar ser reclutados para la Primera Guerra Mundial. Animados por el rápido crecimiento del PSC y disgustados por lo que percibían como reformismo en ascenso dentro del PSA, abandonaron en masa la Sección Detroit del PSA y con 42 miembros formaron el PSMEU el 7 de julio de 1916.

El PSMEU ( WSPUS) nació con el nombre de Partido Socialista de Estados Unidos. Pero ante la amenaza de ser demandados por el PSA por usar el nombre de éste lo cambiaron de al actual Partido Socialista Mundial.

El PSMEU(WSPUS) participó en los círculos socialistas de izquierda de la época, en especial con los Socialistas de Míchigan, expulsados del PSA en 1918, quienes ayudaron primero a formar el Partido Comunista de América (PCA) y posteriormente el Partido Proletario de América. Los grupos fueron formados en Nueva York, Cleveland, Portland y San Francisco. El grupo “proletario” y el PSMEU se dividieron por el apoyo dado a la Unión Soviética. El PSMEU aplaudió el retiro de los bolcheviques de la Primera Guerra Mundial, pero percibieron que la nueva URSS sólo sería un capitalismo de estado y por tanto no debía ser apoyado. Los Proletarios consideraron que la URSS era un estado obrero que necesitaba ser defendido.

Al PSMEU (WSPUS) se le dio una página regular en el Socialist Clarion, periódico semanario del PSC, muy leído en los círculos socialistas de la izquierda norteamericana.

En los años veinte, el PSM operó bajo el nombre de Sociedad Educativa Socialista (SES), adoptado durante la era Palmer de represión en contra de los revolucionarios. Hubo tres secciones durante el periodo del SES: la de Boston, la de Detroit y la de Nueva York. La sección NY fue la más activa y entre los actos que realizó estuvo la participación de Louis Boudin como conferencista invitado. El SES volvió a ser PSMEU en 1927 y empezó a publicar su propia revista “The Socialist” (El Socialista)

Los años de auge del PSM fueron de 1930 a la década de los cuarenta, cuando tuvo alrededor de 150 miembros. En esa época los miembros del PSM tomaron parte activa en el movimiento obrero, particularmente el del Sindicato de Obreros de las Fábricas de Automóviles que un grupo del PSMEU (WSPUS) contribuyó a formar, y también trabajaron con los Sindicatos de Tipógrafos de Nueva Inglaterra

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¿Va el socialismo en contra de la naturaleza humana?
¿Cuántas veces no oímos “Así es la naturaleza humana”? Y las más de las veces aplicada la frase a una conducta antisocial, queriendo decir que ésta es algo que no puede evitarse. Lo curioso es que la frase no se pronuncie ante las mejores cosas que la gente puede hacer. Al oír que alguien acaba de arriesgar su vida para salvar a otro, quién sabe por qué no nos sentimos inclinados a decir lo mismo: “Así es la naturaleza humana”. Y sí, es la naturaleza humana.
La idea de “naturaleza humana” es principalmente un reflejo de una sociedad divisiva, desintegradora, que es incapaz de crear una vida decente para todos sus miembros. Luego se racionaliza esta falla como el punto de vista pesimista de que toda la gente (principalmente la demás gente) es inherentemente egoísta, codiciosa y floja. Esta perspectiva se esgrime como objeción al socialismo, recurriendo a todas las manifestaciones ruines de comportamiento humano bajo el capitalismo para negar la posibilidad de una sociedad basada en la igualdad y la cooperación voluntaria.
El comportamiento no está programado genéticamente
Refuerzan este prejuicio las afirmaciones de que nuestro comportamiento y nuestras relaciones resultan de la forma en que estamos biológica o genéticamente programados. Estos argumentos se centran en la competencia, el liderazgo, la posesividad, la agresión, la desigualdad social y la sexual y un presunto impulso a la territorialidad; pero todos estos patrones de comportamiento reflejan también al capitalismo
La llegada del capitalismo es un fenómeno relativamente reciente de la historia humana, noventa por ciento de la cual se refiere a los humanos como cazadores-recolectores, que vivían en tribus pequeñas e iban de un lugar a otro. Esto terminó con la invención de la agricultura hace unos diez mil años y de ahí en adelante ha seguido toda una variedad de formas de organización social que se han dado en diferentes partes del mundo. Si nuestros avenimientos sociales fueran determinados por nuestra biología, entonces nunca habría surgido toda esta diversidad de comportamientos, de relaciones y de cultura.
Los testimonios científicos reales muestran que los humanos son capaces de adaptarse para enfrentar los retos presentados por los medios natural y social dentro de los cuales el ser humano ha tenido que vivir.
Los datos del proyecto genoma humano, recientemente dados a conocer, apoyan la concepción de la adaptabilidad de los seres humanos. El Dr. Craig Venter, presidente y científico jefe de Celera Geonomics (la firma privada que desea patentar los genes para hacer negocio y así nadie pueda ser sospechoso de abrigar intenciones anticapitalistas o pro socialistas) declaró en la conferencia de prensa convocada por la Revista Science que publicó los resultados ya comprobados en su número de febrero 16.
“Este primer vistazo a nuestro código genético arroja muchas sorpresas que tienen consecuencias importantes para la humanidad. Desde el anuncio del 26 de junio de 2000 nuestra comprensión del genoma humano ha cambiado desde sus fundamentos mismos. El pequeño número de genes—30,000 en lugar de 140,000—apoya la noción de que no nos rige un circuito impreso. Sabemos ahora que es falsa la noción de que un gen dirige a una proteína y tal vez a una enfermedad. Un gen conduce a muchos productos diferentes y estos productos—proteínas—pueden cambiar espectacularmente después de que son producidos. Sabemos que regiones del genoma que no son genes pueden ser la clave de la complejidad que contemplamos en los seres humanos. Ahora sabemos que el medio que actúa sobre estos pequeños escalones biológicos puede ser decisivo en hacernos lo que somos. Del mismo modo, el número de variaciones genéticas, notablemente pequeño, que se presentan en los genes sugieren que las influencias ambientales tienen un papel crucial en el desarrollo de la unicidad de cada uno de nosotros.”
Construcción de herramientas, lenguaje y pensamiento
Mientras que la naturaleza genética de los seres humanos deja mucho espacio para la variación del comportamiento, hay ciertos rasgos que todos nosotros compartimos y nos distinguen de otras especies animales. Entre éstos se hallan la habilidad de caminar erguidos, la visión binocular y a colores, manos con pulgares oponibles, órganos capaces de emitir los sonidos del habla y la capacidad de pensar conceptualmente. En estos rasgos físicos se asienta el polifacetismo de la especie humana tal y como está incorporado en su trabajo así como en el comportamiento social, por ejemplo en la acumulación de la experiencia compartida que puede ser legada de una generación a la siguiente. La construcción de herramientas, desde la técnica de trabajar la obsidiana durante el periodo paleolítico hasta las computadoras y los vehículos espaciales de hoy, es de importancia central para entender la historia humana.
Quizá esta tradición de hacer herramientas haya desempeñado un papel clave en el desarrollo de la conciencia humana. Las herramientas hechas por los primeros humanos objetivaron la existencia de quienes las labraron y al contemplarlas los hicieron conscientes de su propia existencia. Este reflejo de sus propias vidas en sus propias creaciones puede haberlos conducido a una consciencia intensificada del yo y con ello a una capacidad de pensar dentro de un marco temporal expandido de pasado, presente y futuro. El lenguaje se pudo desarrollar a partir de referencias básicas a los objetos materiales hasta niveles superiores de pensamiento abstracto que se expresaron en el desarrollo de una concepción cada vez más compleja de su mundo. Posiblemente fue entonces cuando la humanidad creó ideas y cultura, al paso que sus instintos perdieron importancia mientras que la ganaba la toma de decisiones. Por medio de esta interacción de las características humanas y el medio que fue en esencia el proceso de trabajo, la humanidad no sólo alteró sus condiciones de vida; también se cambió a sí misma. Y todo lo que hizo falta no fue un conjunto invariable de pautas de comportamiento programadas por codificación genética sino mediante la adaptabilidad.
Predisposición para la cooperación
Pero nada de esto habría sido posible sin cooperación. Naturalmente no puede decirse que la cooperación haya estado programada por nuestros genes, pero sí puede afirmarse que hubo una predisposición hacia ella por nuestra constitución física. La noción de que la cooperación fue esencial para la supervivencia y el desarrollo de la sociedad humana la apoya el trabajo del antropólogo Andrew Whiten. Argumenta que el igualitarismo, el compartir y el no predominio de ninguno fueron los rasgos más destacados en las sociedades de cazadores-recolectores. (Para adentrarse en la obra de Andrew Whiten, véase Caza, recolección y cooperación.
Cooperando con los demás en una división del trabajo incrementamos enormemente lo que podía producirse en mutuo beneficio. Además de estos beneficios materiales, la cooperación hace posible que nos desarrollemos como individuos. Nuestra individualidad crece y encuentra su expresión en relación con los demás, todos lo cual sería imposible en aislamiento social. En este proceso de desarrollo del individuo partimos de la sociedad en general y aun de las vidas de quienes vivieron en el pasado.
Se dice a veces que la cooperación es imposible porque hay un conflicto inherente entre el interés propio y el interés de los demás. La realidad es justamente lo contrario. Los intereses del individuo se realizan mejor cuando la gente trabaja en común.

Posted by Movimiento Socialista Mundial at 8:38 AM No comments:

¿Va el socialismo en contra de la naturaleza humana?
¿Cuántas veces no oímos “Así es la naturaleza humana”? Y las más de las veces aplicada la frase a una conducta antisocial, queriendo decir que ésta es algo que no puede evitarse. Lo curioso es que la frase no se pronuncie ante las mejores cosas que la gente puede hacer. Al oír que alguien acaba de arriesgar su vida para salvar a otro, quién sabe por qué no nos sentimos inclinados a decir lo mismo: “Así es la naturaleza humana”. Y sí, es la naturaleza humana.
La idea de “naturaleza humana” es principalmente un reflejo de una sociedad divisiva, desintegradora, que es incapaz de crear una vida decente para todos sus miembros. Luego se racionaliza esta falla como el punto de vista pesimista de que toda la gente (principalmente la demás gente) es inherentemente egoísta, codiciosa y floja. Esta perspectiva se esgrime como objeción al socialismo, recurriendo a todas las manifestaciones ruines de comportamiento humano bajo el capitalismo para negar la posibilidad de una sociedad basada en la igualdad y la cooperación voluntaria.
El comportamiento no está programado genéticamente
Refuerzan este prejuicio las afirmaciones de que nuestro comportamiento y nuestras relaciones resultan de la forma en que estamos biológica o genéticamente programados. Estos argumentos se centran en la competencia, el liderazgo, la posesividad, la agresión, la desigualdad social y la sexual y un presunto impulso a la territorialidad; pero todos estos patrones de comportamiento reflejan también al capitalismo
La llegada del capitalismo es un fenómeno relativamente reciente de la historia humana, noventa por ciento de la cual se refiere a los humanos como cazadores-recolectores, que vivían en tribus pequeñas e iban de un lugar a otro. Esto terminó con la invención de la agricultura hace unos diez mil años y de ahí en adelante ha seguido toda una variedad de formas de organización social que se han dado en diferentes partes del mundo. Si nuestros avenimientos sociales fueran determinados por nuestra biología, entonces nunca habría surgido toda esta diversidad de comportamientos, de relaciones y de cultura.
Los testimonios científicos reales muestran que los humanos son capaces de adaptarse para enfrentar los retos presentados por los medios natural y social dentro de los cuales el ser humano ha tenido que vivir.
Los datos del proyecto genoma humano, recientemente dados a conocer, apoyan la concepción de la adaptabilidad de los seres humanos. El Dr. Craig Venter, presidente y científico jefe de Celera Geonomics (la firma privada que desea patentar los genes para hacer negocio y así nadie pueda ser sospechoso de abrigar intenciones anticapitalistas o pro socialistas) declaró en la conferencia de prensa convocada por la Revista Science que publicó los resultados ya comprobados en su número de febrero 16.
“Este primer vistazo a nuestro código genético arroja muchas sorpresas que tienen consecuencias importantes para la humanidad. Desde el anuncio del 26 de junio de 2000 nuestra comprensión del genoma humano ha cambiado desde sus fundamentos mismos. El pequeño número de genes—30,000 en lugar de 140,000—apoya la noción de que no nos rige un circuito impreso. Sabemos ahora que es falsa la noción de que un gen dirige a una proteína y tal vez a una enfermedad. Un gen conduce a muchos productos diferentes y estos productos—proteínas—pueden cambiar espectacularmente después de que son producidos. Sabemos que regiones del genoma que no son genes pueden ser la clave de la complejidad que contemplamos en los seres humanos. Ahora sabemos que el medio que actúa sobre estos pequeños escalones biológicos puede ser decisivo en hacernos lo que somos. Del mismo modo, el número de variaciones genéticas, notablemente pequeño, que se presentan en los genes sugieren que las influencias ambientales tienen un papel crucial en el desarrollo de la unicidad de cada uno de nosotros.”
Construcción de herramientas, lenguaje y pensamiento
Mientras que la naturaleza genética de los seres humanos deja mucho espacio para la variación del comportamiento, hay ciertos rasgos que todos nosotros compartimos y nos distinguen de otras especies animales. Entre éstos se hallan la habilidad de caminar erguidos, la visión binocular y a colores, manos con pulgares oponibles, órganos capaces de emitir los sonidos del habla y la capacidad de pensar conceptualmente. En estos rasgos físicos se asienta el polifacetismo de la especie humana tal y como está incorporado en su trabajo así como en el comportamiento social, por ejemplo en la acumulación de la experiencia compartida que puede ser legada de una generación a la siguiente. La construcción de herramientas, desde la técnica de trabajar la obsidiana durante el periodo paleolítico hasta las computadoras y los vehículos espaciales de hoy, es de importancia central para entender la historia humana.
Quizá esta tradición de hacer herramientas haya desempeñado un papel clave en el desarrollo de la conciencia humana. Las herramientas hechas por los primeros humanos objetivaron la existencia de quienes las labraron y al contemplarlas los hicieron conscientes de su propia existencia. Este reflejo de sus propias vidas en sus propias creaciones puede haberlos conducido a una consciencia intensificada del yo y con ello a una capacidad de pensar dentro de un marco temporal expandido de pasado, presente y futuro. El lenguaje se pudo desarrollar a partir de referencias básicas a los objetos materiales hasta niveles superiores de pensamiento abstracto que se expresaron en el desarrollo de una concepción cada vez más compleja de su mundo. Posiblemente fue entonces cuando la humanidad creó ideas y cultura, al paso que sus instintos perdieron importancia mientras que la ganaba la toma de decisiones. Por medio de esta interacción de las características humanas y el medio que fue en esencia el proceso de trabajo, la humanidad no sólo alteró sus condiciones de vida; también se cambió a sí misma. Y todo lo que hizo falta no fue un conjunto invariable de pautas de comportamiento programadas por codificación genética sino mediante la adaptabilidad.
Predisposición para la cooperación
Pero nada de esto habría sido posible sin cooperación. Naturalmente no puede decirse que la cooperación haya estado programada por nuestros genes, pero sí puede afirmarse que hubo una predisposición hacia ella por nuestra constitución física. La noción de que la cooperación fue esencial para la supervivencia y el desarrollo de la sociedad humana la apoya el trabajo del antropólogo Andrew Whiten. Argumenta que el igualitarismo, el compartir y el no predominio de ninguno fueron los rasgos más destacados en las sociedades de cazadores-recolectores. (Para adentrarse en la obra de Andrew Whiten, véase Caza, recolección y cooperación.
Cooperando con los demás en una división del trabajo incrementamos enormemente lo que podía producirse en mutuo beneficio. Además de estos beneficios materiales, la cooperación hace posible que nos desarrollemos como individuos. Nuestra individualidad crece y encuentra su expresión en relación con los demás, todos lo cual sería imposible en aislamiento social. En este proceso de desarrollo del individuo partimos de la sociedad en general y aun de las vidas de quienes vivieron en el pasado.
Se dice a veces que la cooperación es imposible porque hay un conflicto inherente entre el interés propio y el interés de los demás. La realidad es justamente lo contrario. Los intereses del individuo se realizan mejor cuando la gente trabaja en común.

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Monday, March 16, 2009