El Socialismo nunca ha sido probado

El Socialismo es una idea muy simple, pero mucha gente todavía no sabe qué es.

En nuestra egoísta sociedad actual, cualquier conversación sobre una sociedad basada en la solidaridad encontrará poco más que un gesto desdeñoso. “No me digas -¡otra colecta más para unos pobres diablos! Ya estoy harto de estas colectas, ya no creo en ellas”. Por tanto, cuando los socialistas tratan de explicar que una sociedad basada en la solidaridad (tradicionalmente llamada socialismo) no tendría nada que ver con la actual carroza del limosneo, generalmente solo reciben un incrédulo gruñido. ¿Qué dicen entonces los socialistas? Que sólo tenemos que desearlo y viviremos en un mundo sin dinero, en el que todos podremos entrar a un almacén y tomar lo que necesitemos, un mundo en el que no existirán ejércitos, ni policía, ni bancos ni bolsas de valores, ni fronteras nacionales. Claramente, cualquiera que presente estas ideas debe esperar ser considerado totalmente loco o un idealista. Tal reacción es comprensible, pues incluso el más simple de los procesos, la más simple de las soluciones, deben parecerle locos a personas como las descritas anteriormente, que sólo tienen una imagen nebulosa o completamente distorsionada de lo que significa una sociedad solidaria.

Pero basados en la fortaleza de su conocimiento y convicciones, los socialistas saben bien de qué hablan. Y lo que es más, ellos pueden probar no sólo que tal sociedad es posible, sino también que representa la única solución humana posible a los problemas de hoy en día. Para nosotros la política significa algo totalmente diferente que para los partidos capitalistas, desde la extrema izquierda a la extrema derecha. Nosotros sostenemos que todos los problemas actuales, tales como las guerras, la contaminación ambiental, el racismo, los crímenes de la peor catadura, el desperdicio de materias primas, la especulación con la vivienda y no menos importante el desempleo, no son causados por gobiernos o líderes específicos, sino que son productos de la forma en que la sociedad está organizada a nivel mundial.

Características

El sistema actual -al que llamamos capitalismo- se caracteriza por el hecho de que los recursos básicos esenciales para la producción de bienes, es decir, las plantas de producción, la red de transporte en su totalidad, las minas y otras fuentes de materias primas, están en manos de sólo un 5 por ciento de la población mundial. Esta minoría incluye tanto a las compañías privadas como a unas pocas todavía a cargo de las industrias estatales. Común a todas ellas es el hecho de que suministran los bienes y servicios solamente bajo una condición: que puedan sacarles el máximo de ganancias. Así es esencialmente cómo pueden obligar al otro 90 o 95 porciento de la población mundial a vivir y trabajar bajo las condiciones en que lo hacen. Esta es la causa de la mayoría de los problemas graves de la sociedad.

Aquellos que comprendan esta premisa básica, a saber, que toda la sociedad está subordinada a las ganancias, estarán de hecho calificados para comprender nuestra causa. Comprenderán que, a pesar de la constante verborrea de los políticos profesionales, en la presente forma de sociedad las ganancias tienen mucha más importancia que el interés humano. Comprenderán que cualquier partido que reconozca al sistema capitalista podrá actuar solamente sirviendo los intereses de dicho sistema. ¿Con cuánta frecuencia no oímos esa archi-conocida excusa de que somos víctimas de las circunstancias?

La alternativa que se nos presenta -una sociedad basada en la solidaridad- nunca ha sido probada en ningún país del mundo. Nosotros los socialistas abogamos por la cooperación de todos los pueblos del mundo sobre la base de la libre toma de decisión y el control democrático. Sostenemos -y cualquiera puede comprobar esta afirmación- que los medios técnicos ya han alcanzado tal nivel de desarrollo que ya somos capaces de usar las materias primas del mundo en la forma más económica para garantizarles a todos un suministro suficiente de las necesidades de la vida, en todo tipo de sentido. Un mínimo de esfuerzo -lo que es una obligación para todos los miembros de una comunidad- creará un máximo de satisfacción, de joie de vivre.

El capitalismo se basa esencialmente en la escasez de recursos. Tal escasez se mantiene en interés de las ganancias por diversos medios, entre ellos el despiadado desperdicio de vida humana y materias primas.

La abundancia moderada

Una sociedad basada en la solidaridad tiene como fundamento un sistema caracterizado por la abundancia moderada. Bajo tales circunstancias, todo el proceso de compra y venta claramente se vuelve superfluo. La pobreza, las huelgas, las caídas de las bolsas de valores, las crisis económicas y las guerras barbáricas sólo obrarán en los libros de historia. La lucha por los mejores resultados de producción posibles junto con el mejoramiento eterno de las condiciones humanas formarán la base de actividad de los que trabajen en la producción, la ciencia y la investigación.

Sobre esta base, se puede construir una comunidad en la que todas las ramas de la cultura y el arte florezcan. La educación de los jóvenes se verá llena de nuevas ideas, como lo hará el sistema de educación en su totalidad. El sistema de salud se verá totalmente libre de las miserables limitaciones que le imponen las consideraciones monetarias y será dedicado enteramente a la humanidad, al beneficio de todos los miembros de la comunidad.

En tales circunstancias, hombres y mujeres se verán plenos no de odio ni de envidia, sino de satisfacción y orgullo cuando vean lo que resulta de la mente humana.

Lo que necesitamos son gentes excepcionales, no líderes excepcionales.

Las personas que luchan por una sociedad basada en la solidaridad no necesitan tener líderes. No se puede tener líderes sin tener a gente liderada, y con esto nos referimos a gentes a quienes se les ha engañado toda su vida. Para nosotros, la democracia no es simplemente un método de estafar a la gente y en última instancia arrebatarles continuamente el fruto de su trabajo. No deseamos poder personal o poder para un pequeño círculo. No deseamos tener una minoría viviendo una vida de lujos a expensas de otros.

Nuestro objetivo es lograr una sociedad basada en la solidaridad, en otras palabras, el socialismo. Esto quiere decir que, con la eliminación del estado de opresión de la clase obrera, la sociedad de clases será abolida totalmente. Y esto no sucederá 10, 20 ó 100 años después de que los hombres y mujeres hayan libremente decidido abolir la explotación del hombre por el hombre, sino inmediatamente. Algo menos sería deshonesto.

Estamos convencidos de que ni rezarle a los dioses, símbolos de todo tipo de dogmas, ni depositar nuestra confianza injustificadamente en líderes “iluminados” resulta beneficioso para la humanidad. Como tampoco somos nacionalistas. Nuestra filosofía puede resumirse con el lema: ¡un mundo, un pueblo, el socialismo! Esto nos compromete a aliarnos al 90 porciento o más de la población mundial que, como nosotros, son víctimas de la dominación y la explotación.

Los socialistas no podemos desviarnos de estos principios básicos. Por tanto, nos oponemos a todos los grupos que apoyan al sistema de ganancias en sus variadas formas y etapas de desarrollo. Formamos parte de la clase obrera. Si deseamos vivir, tenemos que vender nuestros esfuerzos físicos y mentales como la mayoría de la población mundial. Conocemos al capitalismo a través de la amarga experiencia de los que viven en el fondo. No pertenecemos a ese grupo privilegiado por este sistema, a esos que sólo ven en los seres humanos factores de costos inevitables, que pueden ser contratados o despedidos, como dicten las circunstancias, con el objetivo de garantizar las ganancias y con ellas, los privilegios. Muchos de nuestros compatriotas nos consideran utópicos. No porque nuestras ideas sean poco sólidas, sino porque los defensores del inhumano sistema de ganancias tienen a su disposición una enorme maquinaria propagandística que día y noche nubla la clara visión de las cosas.

Escuchadnos. Hablad con nosotros. Y por supuesto, cuestionad lo que nosotros y otros os dicen, pero recordad algo: la decisión está en vuestras manos y solo ahí.

El Socialismo es lo más sencillo en el mundo. Está basado en la cooperación voluntaria de todos los miembros de la sociedad y garantiza el libre acceso a los frutos de su trabajo. Obviamente, tal sistema sólo puede funcionar si se basa en la voluntad expresada conscientemente por la mayoría de los miembros de la sociedad. No hay mejor forma de establecer esta voluntad que por medio del voto secreto. Es por tanto sumamente esencial nominar cuantos candidatos sean posible lo más rápido que se pueda, y así permitir tomar una decisión inequívoca entre el capitalismo y el socialismo.

Ayudadnos a crear lo más sencillo en el mundo. No puede lograrse sin vosotros.