El socialismo a pesar de todo
A finales del siglo XIX y a principios del XX, el término socialismo gozaba de un gran poder de seducción. La mayoría de los partidos preocupados por “la cuestión social”, la mejora de la condición de los trabajadores y la instauración de una sociedad “mejor”, se llamaban a sí mismos socialistas o social-demócratas.
Esa popularidad del socialismo le valió ser recuperado hasta por corrientes que se oponían a él, para atraerse las simpatías de la población. Así, en Rusia, después de la toma del poder por los bolcheviques, los ataques contra las libertades fundamentales, los crímenes y persecuciones cometidos bajo Lenin y Stalin lo fueron con el pretexto de la defensa del socialismo. Más tarde, cuando Hitler emprendió la aventura que lo iba a llevar al poder, el partido que fundó, no lo llamó nacional-capitalista (en cuyo caso, se hubiera condenado a un fracaso irremediable!) sino nacional-socialista (a propósito, ¿qué partido capitalista se llama Partido capitalista justamente?). Después de la guerra, el programa de nacionalizaciones llevado a cabo por el gobierno laborista británico fue calificado de socialista.
Hoy en día, las cosas han cambiado, y mucho…para beneficio del capitalismo y satisfacción de sus beneficiarios. Pues los horrores perpetrados en los países “socialistas”, así como los compromisos, las traiciones y la corrupción de nuestros gobiernos y partidos “socialistas” se encargaron eficazmente de eso. Hasta tal punto es así que el término socialismo es ahora indisociable del SPD alemán, del PS francés o del PSOE español, en el mejor de los casos, y de países tales como la China “comunista”, Vietnam, Corea del Norte o Cuba, en el peor. En el transcurso de los años, ese término ha sido deformado, desvirtuado, mancillado, desprestigiado, oprobiado, usado por las organizaciones más variopintas, por las dictaduras más criminales y por gobiernos “socialistas” que en nada se distinguen de sus homólogos capitalistas.
Por su lado, los gobiernos capitalistas, demasiado contentos de enseñarnos la “suerte” que teníamos de vivir de este lado del telón de acero, aprovechaban cualquier oportunidad para denunciar los horrores cometidos en la Rusia “socialista” y sus satélites. De esa forma, gracias a los potentes medios de unos y otros, esa propaganda machacona ha impregnado la conciencia de la mayoría trabajadora.
A pesar de ello, porque somos los herederos de una larga tradición de socialistas, adictos a la causa socialista y valientes (muchos de ellos pagaron con su vida su oposición al gobierno ruso “socialista” y a sus acólitos), pero también, porque cambiar de nombre, adaptar el vocabulario cada vez que los adversarios del socialismo y la propaganda oficial se ensañan en desvirtuarlo, es capitular y exponer cada nuevo término escogido por los socialistas a nuevos intentos de denigración, quedamos apegados al uso del término socialismo, aunque otras palabras y expresiones son igual de válidas: comunismo, democracia social, república social, etc.
¿Qué es el socialismo?
El socialismo no tiene nada que ver ni con los países ni con los gobiernos que se autoproclaman (o que se autoproclamaban) socialistas. Un régimen en el que el patrón privado ha sido sustituido por el Estado-patrón no es socialismo, sino una forma particular de capitalismo: el capitalismo de Estado. En cuanto a la gestión supuestamente más “humana” del capitalismo, propugnada por partidos tales como el PS francés, el PSOE español o el SPD alemán, ¿en qué se diferencia de la de los gobiernos de derechas? ¿Qué problemas han resuelto esos partidos reformistas? ¿Qué “humanidad” ha insuflado el reformismo en el capitalismo?Entonces, si el socialismo no tiene nada que ver con los países o con los gobiernos “socialistas, ¿en qué consiste? Claro está, es imposible dar un plan detallado preestablecido del socialismo. Pues el hecho es que, por una parte, el socialismo depende del estado de desarrollo en el que estará el capitalismo en el momento del establecimiento de la nueva sociedad, y por otra, las decisiones adecuadas serán tomadas a medida que se tengan que resolver las situaciones encontradas. Por eso, un plan de sociedad predeterminado sería contrario al carácter democrático del socialismo.
Sin embargo, si comparamos el proyecto de sociedad socialista con el capitalismo, algunas líneas generales pueden ser trazadas:
1. El capitalismo está basado en la apropiación, por una pequeña minoría de la población, de los medios de existencia de la sociedad. Para permitir su administración democrática (por la sociedad entera) y la organización de la producción en el interés general, es imprescindible que la sociedad misma sea dueña de esos medios.
2. El capitalismo es un sistema mundial. Al ser éste y el socialismo mutualmente exclusivos e incompatibles, esos dos sistemas no pueden cohabitar, por lo tanto, la socialización de los medios de producción debe efectuarse a escala mundial. Además, al tener muchos problemas (crisis económicas, pobreza, desempleo, hambre, problemas medio-ambientales) un carácter global, su única solución – el socialismo – sólo puede ser global.
3. El capitalismo es una sociedad dividida en clases sociales opuestas: por un lado, los que poseen los medios de producción – la clase capitalista – y no necesitan trabajar para vivir, por otro, los que no poseen ninguna propiedad productiva – la clase trabajadora – y deben trabajar por los primeros para satisfacer sus necesidades. El socialismo, al haber eliminado la propiedad privada de los medios de existencia, ha suprimido al mismo tiempo la desigualdad social y dado origen a una sociedad sin clases.
4. En el capitalismo, los bienes y servicios son producidos para el solo mercado solvente con el fin de generar un provecho destinado a la minoría poseedora. En el socialismo, serán producidos en respuesta a las necesidades democráticamente expresadas por la población.
5. En el capitalismo, la satisfacción de nuestras necesidades es limitada por la cantidad de dinero de que disponemos. En el socialismo, el acceso a las riquezas producidas será libre y gratuito puesto que, con la supresión de la propiedad privada productiva, desaparece la necesidad del dinero. En efecto, al volverse las riquezas producidas propiedad común de la humanidad, ¿cómo y a quién compraríamos bienes y servicios que nos pertenecen?
6. En el capitalismo, cada empresa es gestionada de manera autoritaria y egoísta, para el provecho de sus dueños y accionistas. En el socialismo, al ser los medios de producción y los recursos naturales propiedad colectiva de la sociedad, los miembros de ésta podrán establecer una administración democrática que asegure la articulación y la coordinación entre las distintas unidades de producción y los centros de distribución. Liberada de la traba de la propiedad privada, la sociedad sustituirá la democracia política limitada actual por la democracia social.
La idea de una sociedad basada en la propiedad común de los medios de existencia tiene una larga historia pero habrá que esperar el capitalismo, y el prodigioso desarrollo de sus capacidades productivas, para que la haga factible. La satisfacción de todas las necesidades humanas ya es posible, pero para eso se requiere una reorganización de la producción y de la distribución.